Lecciones de 30 Años de una Lucha Transnacional Contra la Impunidad

   

 

Estos conceptos fueron desarrollados por Fabiola Letelier del Solar como comentario de clausura al seminario "El Caso Pinochet: Lecciones de 30 Años de una Lucha Transnacional contra la Impunidad," auspiciado por el Institute for Policy Studies de Washington D.C. y FLACSO. El encuentro se llevó a cabo el 14 de noviembre de 2003 en la sede de Flacso en Santiago, Chile.

 

Es un honor para mí que los organizadores de este seminario, el Instituto de Estudios Políticos de Washington.D.C. de los Estados Unidos de norte América y Flacso chile me hayan asignado la tarea de pronunciar las palabras de clausura de este importante evento.

Para tratar el tema "El caso Pinochet, lecciones de 30 años de una lucha transnacional contra la impunidad" han concurrido a este importante encuentro, personalidades pertenecientes a organismos internacionales, académicos de universidades de los Estados Unidos y de Chile, representantes de instituciones no Gubernamentales Internacionales, agrupaciones de familiares de las víctimas de la represión en Chile y activistas de derechos humanos, todos con la misma vocación y quehacer permanente: la lucha contra la impunidad de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar en Chile.

Las presentaciones realizadas por cada uno de los participantes, el intercambio de las experiencias vividas, la reflexión de los hechos ilícitos ocurridos, el análisis de las normas de derecho interno e internacionales que debieron ser respetadas y él haber compartido el dolor y el daño sufrido por las víctimas junto a la decisión inquebrantable de los familiares por alcanzar la verdad, la justicia y la reparación de los crímenes cometidos; nos han permitido avanzar en la definición de las estrategias legales y de coordinación para robustecer y ampliar en una proyección futura, el movimiento transnacional contra la impunidad.

Permítaseme hacer algunas reflexiones sobre los temas específicos tratados en el seminario.

En relación con el primer panel destinado a analizar el movimiento de Derechos Humanos dentro y fuera de Chile quisiera destacar que ocurrido el golpe militar en nuestro país, son los familiares de las víctimas las que reclaman públicamente de las violaciones a los derechos humanos. Fueron ellos los primeros en organizares y acudieron a presentar sus demandas ante los tribunales contando con la asesoría legal y de salud mental del Comité de Cooperación para la Paz, organismo ecuménico formado por varios credos religiosos. Posteriormente, les respaldaron la Vicaría de la Solidaridad y demás organizaciones de derechos humanos que van surgiendo como el Fasic (Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas) y el Codepu, (Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo).

Las víctimas presentan miles de recursos de amparo y otras acciones legales ante loes tribunales de justicia, no obstante conocer que el poder judicial, único poder del Estado que Pinochet no tocó, se encontraba totalmente subordinado a la Dictadura Militar. Sus derechos a la Verdad y a la Justicia son denegados mediante resoluciones arbitrarias e ineficaces pero logran contribuir con sus demandas, al establecimiento de la Memoria Histórica Legal. Los antecedentes jurídicos que recopilaron jugarían un rol importante en el futuro, cuando jueces objetivos e imparciales cumplan la tarea asignada por la ley: esclarecer los hechos, determinar las responsabilidades de los victimarios y en obtener para ellos, la sanción penal que corresponda.

Paralelamente, va surgiendo un movimiento social, popular que expresa públicamente a través de múltiples manifestaciones, su repudio a la Dictadura Militar, demandando en su accionar, el respeto del derecho a la vida, a la integridad física y denunciando la grave la situación de tortura e incomunicación que enfrentan los miles de prisioneros políticos existentes en todo el país. En 1983, el movimiento social adquiere un carácter nacional y masivo. Se llevan a cabo las llamadas Protestas Nacionales que contribuyeron en forma decisiva en la apertura democrática que se produce posteriormente.

Por su parte, la comunidad internacional alarmada frente a las denuncias de las permanentes violaciones a los derechos humanos de los ciudadanos chilenos y extranjeros residentes en nuestro país, reacciona en forma inmediata. La Organización de Estados Americanos (OEA) a través de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, decide con fecha 14 de septiembre de 1973, tomando en consideración la petición de Amnistía Internacional y de la Comisión Internacional de Juristas, emplear un procedimiento especial para Chile. Esto consistía en la preparación de Informes Especiales, en total cuatro, hasta el momento que son suspendidos por la Asamblea General. Nuestro país fue tratado dentro de los informes de actividades anuales. Por su parte, las Naciones Unidas inicia los mecanismos especiales de supervisión con el nombramiento en 1975, de un grupo de trabajo ad hoc, a iniciativa de la Comisión de Derechos Humanos. A contar de entonces hasta enero de 1990, mantiene el sistema de Relator Especial para Chile, por cuanto la situación de Derechos Humanos existente no experimenta la mejoría requerida.

Las resoluciones mencionadas, así como otras, no fueron asumidas por la Dictadura Militar aduciendo, fundamentalmente, que ellas referían a situaciones internas del país y en consecuencia debían ser resueltas por el propio estado. Esta postura desconocía que "la preocupación internacional por el respeto de los derechos humanos no puede oponer un país miembro de las Naciones Unidas el principio de la no-intervención".

Este estado de cosas implicó en Chile una transgresión a la obligación internacional de respetar y promover los derechos humanos contraído por él Estado chileno en diferentes tratados multilaterales. Fue un atentado no sólo a la convivencia del país sino que a la misma comunidad internacional. De acuerdo a la carta de la ONU, estas violaciones configuran también una amenaza para la seguridad de los estados.

Pero no solamente la ONU y la OEA formularon insistentes pronunciamientos rechazando la Dictadura Militar Chilena. También lo hicieron diferentes tribunales de opinión, tales como el Tribunal Russell II sobre las Dictaduras Militares de Brasil y Chile; el Tribunal Permanente de los Pueblos, en la sesión deliberante celebrada en Bogotá, Colombia en abril de 1991, que se abocó a examinar la impunidad en América Latina incluyendo el caso de Chile. Igual situación fue examinada en el Seminario Internacional sobre la impunidad y sus efectos en los procesos democráticos, realizado en Santiago de Chile, en diciembre de 1996. Por otra parte, parlamentos de gobiernos democráticos europeos y latinoamericanos, representantes de autoridades estatales, altas personalidades internacionales, y organismos de derechos humanos expresaron su rechazo y preocupación por la situación Chilena.

La condena mundial respecto a la Dictadura Militar se profundizó al conocerse tres acciones de terrorismo de estado cometidos por la DINA, la policía de seguridad dependiente directamente del General Pinochet, planificadas en Chile pero cometidas en países extranjeros: el asesinato del General Carlos Prats, ex Comandante en Jefe del Ejercito y su esposa, llevado a cabo en Buenos Aires, argentina, el 30 de septiembre de 1974; el homicidio frustrado de Bernardo Leighton, ex vicepresidente de la República y su señora, hecho criminal realizado en Roma, Italia en 1975; y el asesinato de Orlando Letelier, ocurrido el 21 de septiembre de 2976 en la Capital de los EE.UU, Washington D.C.

La conducta ilícita de Pinochet afectó no sólo a ciudadanos chilenos, sino también a numerosos extranjeros, causando la muerte de Charles Horman, Frank Terruggi, Boris Wesfeiler, ciudadanos de los EE.UU, de los sacerdotes españoles Antonio Llidó y Joan Alsina y varios latinoamericanos.

A partir de 1990, durante los gobiernos elegidos democráticamente ocurren dos hechos que concitan el interés mundial. Primer, la Audiencia Nacional de España, en 1996 acusa al General Pinochet, a los miembros de la Junta Militar y a otros funcionarios militares y civiles del gobierno militar, por los delitos de genocidio, terrorismo y tortura en el cual se hacen parte querellante más de 3000 chilenos. El segundo hecho lo constituye la detención de Pinochet en Londres,solicitada por el Juez Baltasar Garzon. Esto da lugar al juicio que él debió enfrentar ante la Justicia Británica, la cual si bien finalmente acoge la extradición a España, termina por autorizar el regreso a Chile del ex dictador. El Ministro del Interior Británico Jack Straw tomó una decisión política, basada en supuestas razones humanitarias, acogiendo así la solicitud hecha por el Gobierno de Chile, presidido por don Eduardo Frei. El proceso en Londres, durante el cual permanece en calidad de detenido Pinochet, durante 504 días. Genera el interés mundial y el apoyo mayoritario a la Jurisdicción Internacional respecto a los crímenes de lesa humanidad cometidos. Durante el curso de este proceso jugó un rol muy significativo Amnistía Internacional.

A su regreso a Chile, Pinochet debió enfrentar mas de 500 querellas presentadas ante los tribunales chilenos. La Corte Suprema acoge el desafuero de su calidad de Senador Vitalicio, decisión que permite someterlo a proceso por la causa Caravana de la Muerte. Después de un largo y complejo juicio criminal, finaliza con la aplicación de una eximente de responsabilidad basada en su calidad de loco o demente la que es reconocida por una de las Salas de la Corte Suprema. Así evita su enjuiciamiento por los delitos que causaron la muerte de 78 personas. Se pretende con ello asegurarle la impunidad de sus crímenes, lo que nuevamente hace surgir la idea que hubo un pacto tácito o explícito entre la Concertación de los Partidos de Gobierno y el Poder Militar el que habría sido acordado al inicio de la Concertación.

Dos nuevas solicitudes de desafuero de Pinochet en otras causas han sido denegadas, basándose la Corte Suprema en su decisión primitiva. No obstante lo anteriormente expresado, podemos sostener que el camino del desafuero no está totalmente cerrado. En la causa criminal de Eugenio Berrios Sagredo, ex agente civil de la DINA, que fabricaba el gas sarin y otros elementos químicos, la Corte de Apelaciones sugirió al Juez instructor la petición del desafuero de Pinochet la cual se encuentra en estudio por el juez. Además, cabe señalar que los Gobiernos de Alemania, Bélgica, Francia y otros paises tienen en curso trámites pendientes en juicios contra Pinochet.

Por otra parte, en el juicio que lleva adelante autoridades argentinas por los actos terroristas de carácter internacional cometidos contra el General Prats y señora. Si bien la Corte Suprema denegó la extradición de Pinochet a ese país para ser juzgado, sí resolvió su procesamiento en Chile, el cual está en curso.

Todo lo cual nos alienta. Es intolerable que el principal responsable de los crímenes cometidos durante la dictadura militar permanezca en total impunidad en circunstancia que los actos perpetrados por los agentes del estado durante la Dictadura Militar tiene un doble carácter. Son a su vez crímenes o delitos frente al Derecho Interno y actos atroces que constituyen transgresiones al Derecho Internacional de los Derechos Humanos, constituyendo una obligación del estado sancionarlos. Son delitos que atentan contra la conciencia de la humanidad, son Crímenes Internacionales, en consecuencia, son inamnistiables e imprescriptibles.

¿Qué nos ha enseñado la lucha por la promoción y defensa de los Derechos Humanos durante estos 30 años?

Primero: El conocimiento de la Doctrina de los Derechos Humanos, lo tuvimos que hacer, así como tantos otros abogados, mientras ejercíamos nuestra tarea de asesores legales. Aprendimos desde la practica, ejerciendo la defensa de la vida, motivados por el rechazo al horror y nuestra voluntad de ayudar al más perseguido. Es decir, luchamos por los Derechos Humanos sin tener una teoría y doctrina acabada, ésta la fuimos conociendo y reelaborado después.

Segundo: A pesar de tener conciencia que los tribunales ordinarios y militares estaban subordinados al Poder Militar, recurrimos a ellos, para exigir justicia. No la tuvimos, pero mediante nuestros actos, sí logramos mantener la memoria histórica y jurídica de los crímenes de esa humanidad cometidos.

Tercero: Nuestro quehacer no estuvo exclusivamente encuadrado en la lucha estrictamente jurídica. Estuvo ligada a las luchas sociales y populares de terminar con la Dictadura y dar lugar a un sistema Democrático.

Cuarto: Al involucrarnos con la Doctrina Internacional de los Derechos Humanos, nos convencimos del valor de la Jurisdicción Universal sobre las Jurisdicciones Nacionales cuando estas no logran la Justicia. Es por ello, que en nuestro país, las víctimas concurrimos mayoritariamente a hacernos parte en el proceso Español. Confiamos que la Justicia Internacional lograra lo que nos fue negado por los tribunales nacionales en nuestro país. Aprendimos que la lucha por los Derechos Humanos, además de su espacio nacional, tenía una importante dimensión transnacional.

Quinto: Comprendimos así mismo, la necesidad de levantar con fuerza la integralidad o unidad de los Derechos Humanos. Es decir, ellos comprenden no sólo los derechos civiles, sino también los económicos, sociales, culturales y del medio ambiente, y que estos son inter-dependientes. Lo que nos hizo entender, que las violaciones de los Derechos Humanos, no solo se llevan a cabo por medio de la represión bajo los regímenes dictatoriales, sino que también a través del establecimiento del modelo neoliberal de acumulación capitalista, que en mi país fue impuesto por Augusto Pinochet y los Chicago Boys.

Pero quizás, la enseñanza fundamental fue la siguiente: Fueron y han sido las víctimas, y no el Estado o los sistemas políticos, quienes han encabezado la lucha por los derechos humanos en el continente. Ante los legítimos reclamos por la Verdad y la Justicia, los Estados han respondido con políticas pragmáticas, gestuales, simbólicas, impuestas por los victimarios, haciéndose así el estado, por lo menos inicialmente, cómplice de la impunidad. Siempre fueron, y hoy continúan siendo, las víctimas, los sujetos de esta lucha. Ni el Estado chileno, ni los estados latinoamericanos, han encabezado la reivindicación por la verdad y la justicia plena.

En relación con los Gobiernos elegidos democráticamente el movimiento de Derechos Humanos sostiene que:
La democracia alcanzada después de la dictadura militar es una democracia incompleta, restringida, tutelada por el poder militar y otros poderes fácticos, ya que nuestro actual sistema político ha mantenido enclaves autoritarios y no han sido removidos. No se ha dado cumplimiento al Programa de la Concertación dado a conocer al pueblo chileno, en el inicio de su primer Gobierno Democrático. En ese momento se estableció que la Concertación propiciaría la aprobación de una nueva constitución que reemplazaría la constitución antidemocrática dictada por Pinochet en 1980. Esta nueva constitución nacería de una asamblea constituyente que recogería las reivindicaciones de todos los sectores sociales del país. Permanecen en la Constitución disposiciones antidemocráticas entre ellas, las que reconocen el Consejo de Seguridad Nacional y la existencia de los senadores vitalicios.

En dicho programa se expresó el compromiso de lograr la Verdad y la Justicia para todos los casos de violaciones de derechos humanos. El Estado no ha cumplido con el rol que le corresponde, dejando todo el peso de obtener verdad y justicia en los familiares de las víctimas. Tampoco se ha anulado la ley de amnistía, principal mecanismo de la impunidad, la cual permanece como una norma vigente dentro de la normativa nacional y por lo tanto con el eventual riesgo de su aplicación. Asimismo permanece la Ley Binominal de Elecciones que por su reglamentación impide que los partidos minoritarios reconocidos por la ley puedan alcanzar un cargo parlamentario, lo que es antidemocrático.

La experiencia acumulada por el movimiento de derechos humanos en el continente, nos da algunas orientaciones en la construcción de una autentica democracia. Los pueblos tiene que ser los protagonistas de su propia historia; la soberanía popular debe ser ampliamente reconocida y ejercida por los miembros de la sociedad transformándola en una democracia efectivamente participativa; en que el respeto de todos los Derechos Humanos contemplados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y demás instrumentos Internacionales, surja como un marco ético, respecto de todas las sociedades latinoamericanas y en la cual se respete una verdadera igualdad social, la cual es negada por el sistema socioeconómico vigente.

Si miramos nuestra región, y tenemos presente el último informe de la CEPAL con verdadera angustia, rebeldía y desconcierto podemos constatar, que hace décadas atras, América Latina era reconocido como el "continente de la esperanza." Es hoy un mundo donde la pobreza alcanza con sus efectos demoledores a más de 200 millones de personas. Para hacer realidad la construcción de la democracia latinoamericana futura, el principio de la solidaridad entre los pueblos deberá reforzarse. En el cumplimiento de este desafío el movimiento transnacional de Derechos Humanos tiene un importante rol que cumplir.

 

 

 

 

 

Regresar arriba

 

 

 

Regresar a la página "Temas"
   

 

 

 

| Portada Principal | English | Español |