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Fabiola Letelier del Solar participó en el foro
panel "Human Rights and Humanitarian Intervention"
del simposio "Are We at War? Global Conflict and Insecurity
Post-9/11 realizado en la Facultad de Derecho, Chapman University,
California, EEUU, el (6 de abril de 2006.
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Fue
un gran honor para mí, cuando en el 1998 Chapman University
me confirió su premio a nombre de ese hombre de la paz,
Albert Schweitzer. Les agradezco la oportunidad que me extienden
para estar nuevamente en esta universidad para participar
en el simposio ÒAre We at War? Global Conflict and Insecurity
Post 9/11 (Estamos en guerra? Conflicto Global e Inseguridad
despues del 9/11). El título del simposio me lleva atrás
30 años a otro 11 de septiembre cuando mi país inició
17 años de terror. Los otros oradores han hablado hábilmente
sobre guerra y terror desde perspectivas filosóficas y políticas.
Mi experiencia personal, como hermana de una víctima y también
mi calidad de abogada dedicada a la defensa de los derechos
humanos, quizás ofrece un enfoque distinto a este tema.
En noviembre de 1973 Augusto Pinochet me concedió
la entrevista que le había solicitado durante semanas
después de la detención de mi hermano Orlando
Letelier. Me permitió hablar con él en su
oficina solo porque Orlando Letelier había sido Ministro
de Defensa y Pinochet su subordinado. Le recordé
al General que mi hermano fue detenido sin que le haya acusado
de ningún crimen y por lo tanto debiera ser liberado.
Pinochet me miró con sus fríos ojos azules
y me dijo, "Estamos en guerra con el gobierno de la
Unidad Popular y todos sus dirigentes serán enjuiciados".
Me aseguró que me daría una respuesta dentro
de 48 horas.
Pinochet nunca me respondió, pero al paso de los meses y
de los años su mensaje era claro. Y nunca hubo juicio para
los oficiales de gobierno encarcelados.
Mi hermano comenzó más de un año preso junto con otros ex
oficiales de la Unidad Popular tomados como prisioneros
de guerra y encarcelados en el lejano e inhóspito Isla Dawson
al sur de Chile donde vientos fríos soplaban mientras fueron
sometidos a trabajos forzados. Esfuerzos internacionales
obligaron a Pinochet liberarlo y lo expulsó de Chile.
Dos años después la Junta Militar despojó a Orlando Letelier
de su nacionalidad chilena y enviaron agentes de inteligencia
a plantar una bomba debajo de su auto, matándole a él y
a su colega Ronni Karpen Moffet en Washington DC el 21 de
septiembre de 1976.
El asesinato de mi hermano Orlando Letelier fue el primer
acto de terrorismo internacional en suelo norteamericano.
La dictadura militar encabezado por Pinochet ejemplifica
la práctica de terrorismo como política de estado para mantener
control psicosocial y político sobre la población.
A nombre de la seguridad nacional, el régimen militar persiguió
sus opositores sin piedad dentro de Chile y no se detuvo
en los limites fronterizosdel país.
Los militares chilenos aprendieron la doctrina de seguridad
nacional de instructores de los Estados Unidos. Anterior
al 11 de septiembre de 1973, 600 oficiales y suboficiales
de las fuerzas armadas de Chile habían asistido cursos de
formación en National War College y la Escuela de las Américas.
El mensaje transmitido a los militares chilenos y de otros
países de América Latina:
"Hoy nuestros enemigos no vienen de otros países.
Hoy día debemos luchar en contra de un enemigo interno
más peligroso quien siembra las semillas de comunismo
internacional dentro de nuestros países. Es un enemigo
que no viste uniforme ni se puede fácilmente identificar."
Durante los 1960s, 1970s, y 1980s, miles de militares participaron
en cursos de formación, posteriormente formando parte de
dictaduras militares, implementando terrorismo de estado
y la desaparición de más de 200,000 personas en todo el
continente.
El concepto del enemigo interno estimuló la creencia que
este enemigo debía ser exterminado a todo costo. Igual que
los militares argentinos, uruguayos, guatemaltecos y salvadoreños
formados por los Estados Unidos en la Doctrina de Seguridad
Nacional, estos militares se creyeron la primera línea de
defensa de la civilización occidente cristiana, y que peleaban
en contra de un enemigo interno "subversivo y terrorista."
Pensaban que métodos extremos para combatirlos eran necesarios
y justificados a pesar de cualquier daño que podía producirse
("daño colateral") como también las restricciones
de derechos civiles y políticos de la población.
El día del golpe la Junta Militar declaró estado de sitio
y anunció el decreto 5, que reinterpretó el Código de Justicia
Militar por medio del cual estado de sitio llegó a ser sinónimo
con estado de guerra interna. Con la excepción de breves
periodos de normalidad, el estado de sitio y después estado
de excepción fueron mantenidos en Chile desde 1973 hasta1988.
En otras palabras, durante más de 15 años, la suspención
de libertades civiles y las políticas de represión fueron
justificados porque el país se encontraba en estado de sitio.
Bajo el pretexto de una guerra ficticia, los militares chilenos
impusieron toque de queda desde la noche hasta la madrugada,
encarcelaron a miles, llevaron a cabo ejecuciones extrajudiciales,
y hicieron de la tortura una práctica sistemática. En 2004
35,000 personas declararon ante la Comisión Nacional de
Prisión Política que fueron torturados durante los años
de la dictadura militar.
Entre 1974 y 1979 aproximadamente 4,500 mujeres y hombres
de todas las edades fueron llevados al centro de detención
Villa Grimaldi donde fueron interrogados, torturados, mantenidos
en detención secreta, muchos asesinados y hechos a desaparecer.
Un sobreviviente de Villa Grimaldi fue una joven estudiante
de medicina llamada Michelle Bachelet quien en marzo 2006
llegó a ser la primera mujer elegida Presidenta de Chile.
Los prisioneros de Villa Grimaldi fueron mantenidos con
los ojos vendados, se les negaron contacto con abogados
y familia y fueron sometidos a tortura. El estado de guerra
interna fue usada ampliamente por el régimen y los medios
de comunicación controlados por los militares para justificar
sus prácticas represivas.
Otro sobreviviente de Villa Grimaldi refleja sobre su detención
con las siguientes palabras: "Lo que más me
ha impresionado, y por que se puede volver a repetir, es
que ellos lo consideran normal. Era bueno lo que hicieron
y lo hicieron para la patria".
Surgen explicaciones fáciles para explicar el olvido
y evitar enfrentar las cosas. Gente dice que a los agentes
se les pasaron la mano, o que fueron locos psicópatas.
O fue el resultado de la clima convulsionada producida por
la Unidad Popular y sus esfuerzos de efectuar cambios de
un una manera democrática. Por lo tanto, los que
produjeron ese clima tienen la culpa.
Todas estas justificaciones fáciles evitan la verdad. La
verdad mas terrible es que Villa Grimaldi no fue la consecuencia
de algunos pocos excesosm ni fue la obra de locos. Formó
parte de un sistema bien pensado y planificado de terrorismo
estatal, que se justificó por medio de la Doctrina Nacional
de Seguridad".
A los familiares que desesperadamente buscaban sus seres
queridos, el Ministro del Interior negaba que habían sido
detenidos. También negaba la existencia de Villa Grimaldi
y de otros tantos cárceles secretas. Sin embargo el gobierno
chileno pagaba las cuentas de luz para la corriente que
se utilizaba para torturar a los prisioneros. Y los verdugos
recibieron sueldos del gobierno.
El gobierno chileno también pagó los pasajes y los salarios
de los hombres que viajaron a los Estados Unidos para asesinar
a mi hermano. Eso es la institucionalización del terrorismo
de estado.
La comunidad internacional rápidamente condenó a las graves
violaciones de los derechos humanos que se estaban cometiendo
en Chile. En septiembre de 1973 la Organización de Estados
Americanos por medio de la Comisión Inter Americana de Derechos
Humanos difundió el primer de cuatro informes especiales
sobre la situación de los derechos humanos en Chile. Las
Naciones Unidas inició actividades de seguimiento
a la situación vivida en Chile con el nombramiento en el
1975 de un grupo ad hoc de trabajo bajo la Comisión de Derechos
Humanos. Desde 1975 hasta enero 1990, la ONU mantuvo un
Rapporteur Especial para Chile.
La condena mundial a la dictadura chilena se profundizó
y se extendió después de tres actos de terrorismo internacional
planificados en Chile y llevados a cabo en suelos extranjeros.
El primer fue el asesinato en 1974 del ex Comandante en
Jefe del Ejército General Carlos Prats, y su esposa Sofia
Cuthbert en Buenos Aires. El segundo fue el atentado contra
el ex Vice Presidente Bernardo Leighton y su esposa en Roma
en 1975. El tercero fue el asesinato de Orlando Letelier
el 21 de septiembre de 1976 en el capital de los Estados
Unidos, lo cual condujo al Congreso norteamericano promulgar
la Enmienda Kennedy que prohibió apoyo militar a Chile durante
toda la dictadura.
Las condenas permanentes de la ONU y de la OEA se unieron
a la del Tribunal Internacional Bertrand Russell que denunció
las dictaduras militares de Brasil y Chile. Los Parlamentos
de los países democráticos de Europa y América Latina también
expresaron su preocupación por lo que pasaba en Chile.
La dictadura militar chilena se desentendió las repetidas
condenas en su contra, argumentando que extranjeros no tenían
derecho de entrometerse en asuntos internos de Chile.
Así también responde los Estados Unidos hoy a crítica internacional
del encarcelamiento y abuso de detenidos en Guantánamo,
Abu Graib y lugares secretos de detención. Igual que el
Chile de dictadura, los Estados Unidos son parte de las
Convenciones de Ginebra. Villa Grimaldi ayer y Guantánamo
hoy violan las Convenciones de Ginebra, al mantener encarceladas
a personas sin cargos en su contra, negarles la dignidad
humana, negarles contacto con familia, abogados, y médicos
durante largos períodos. La lógica es igual que el razonamiento
pronunciado en Chile. "Se justifica porque estamos
en guerra contra una nueva clase de enemigo".
El Desafío de Globalizar la
Defensa a los Derechos Humanos
Durante 25 años los tribunales de Chiles nunca aceptaron
el derecho internacional como fundamento de la justicia
en materia de derechos humanos, y seguían aplicando la amnistía
decretada por la dictadura para cerrar los procesos. Parecía
que todos los casos por violaciones a los derechos humanos
terminarían en impunidad.
El juicio en contra Augusto Pinochet en España y su detención
en Londres en 1998 cambió esa situación. Se animó
la expectativa de que por fin sería posible lograr la justicia
en Chile. Los 504 días que estuvo Pinochet bajo arresto
domiciliario motivaron a los abogados a reactivar procesos
antiguos y a presentar nuevos casos por las violaciones
sistemáticas a los derechos humanos ocurridas durante dictadura.
A partir de 1999, abogados en Santiago y en otras regiones
del país presentaron más de 500 querellas criminales por
violaciones a los derechos humanos, y con muy pocas excepciones
no han aplicado el decreto ley de amnistía.
El juicio internacional dirigido por el Juez Baltazar Garzón
en la Audiencia Nacional de España acusó militares chilenos
y también sus colaboradores civiles del crímen de genocidio,
crímenes contra la humanidad y tortura. Me uní a tres mil
chilenos para hacerme parte querellante. En Chile el crimen
de genocidio formó un fundamento para muchos de los procesos
entablados en las cortes por las graves violaciones a los
derechos humanos y los tribunales chilenos empiezan a citar
las Convenciones de Ginebra con más frecuencia para procesar
a los acusados de cometer violaciones de los derechos humanos.
En julio del 2004, Pinochet nuevamente fue nombrado en los
titulares de primera página de los diarios del mundo cuando
una subcomisión del Senado estadounidense encontró pruebas
que un banco de los Estados Unidos ayudó al ex dictador
en el lavado de dinero. Estos hechos ocurridos en territorio
extranjero resultan del descubrimiento que Pinochet ocultó
millones de dólares en el Banco Riggs de Washington DC durante
el tiempo que estuvo bajo arresto domiciliario. Los ilícitos
del ex dictador resultaron de su procesamiento por malversación
de fondos, fraude, cohecho, falsificación de documentos
y otros crímenes. Su familia ha sido acusada de actuar como
encubridores.
Estos acontecimientos son muy positivos, pero es inaceptable
que haya mayor tolerancia por delitos económicos que los
crímenes relacionados a la violación de los derechos humanos.
No puede haber un doble estándar y Pinochet debe ser enjuiciado
por ambas clases de delitos. El vínculo entre las violaciones
a los derechos humanos y la expropiación de bienes económicos
a la fuerza y por medio de la corrupción debe ser investigado.
No puede existir tolerancia cero para la corrupción y a
la vez impunidad para los responsables de las violaciones
a los derechos humanos.
Ciudadanos de los Estados Unidos Víctimas de la Dictadura
de Pinochet
Entre los más de 3000 personas ejecutadas o forzosamente
desaparecidas en Chile hay tres casos de ciudadanos de los
Estados Unidos: Frank Terruggi, Boris Weisfeiler y Charles
Horman.
Frank Teruggi, un estudiante de economía, fue detenido en
los días después del golpe militar y fue llevado al Estadio
Nacional, convertido en prisión masivo. Fue llevado a interrogar
y el 2 de octubre de 1973 su cuerpo fue encontrado en el
Servicio Médico Legal de Santiago y fue trasladado a los
Estados Unidos para su entierro. Boris Weisfeiler fue un
judío ruso que emigró a los Estados Unidos y se nacionalizó
ciudadano estadounidense. Vino a Chile en 1984 para disfrutar
de la naturaleza y sin querer llegó demasiado cerca a Colonia
Dignidad, un enclave fundado por Nazis alemanes con vínculos
cercanos a la dictadura militar. Desde ese momento se ignora
su paradero y hasta la fecha es un de las tantas personas
desaparecidas.
Ni el proceso por Teruggi ni por Weisfeiler han avanzado.
Sin embargo, el caso de Horman es un ejemplo de lo que la
justicia puede lograr en el Chile de hoy. En diciembre 2000,
yo y mi asociado, el abogado Sergio Corvalán, presentamos
la primera querella criminal por el secuestro, homicidio
calificado y tortura del joven periodista, Charles Horman,
cuyo caso fue ampliamente difundido gracias a la película
"Missing".
En los días antes e inmediatamente después del golpe militar
Horman estuvo en la ciudad de Viña del Mar, donde conoció
oficiales militares de los Estados Unidos quienes expresaron
su satisfacción con el éxito del golpe y dejaron entender
que tenían conocimiento previo del golpe. El 17 de septiembre
de 1973 en Santiago vecinos vieron una patrulla militar
sacar a Horman de su domicilio y allanar su casa.
Una vez que se halló el cuerpo de Horman en el Servicio
Médico Legal a fines de octubre de 1973, oficiales militares
no dejaron que la familia retirara el cuerpo. Senadores
de los Estados Unidos presionaron a su propio gobierno,
con la amenaza de impedir el envío de armamentos a la Junta
Militar. En marzo del 1974, siete meses después de
su muerte, la familia Horman recibió un telegrama del Secretario
de Estado Henry Kissinger, informándole que el gobierno
de Chile aprobó su solicitud de enviar los restos de Charles
a Nueva York. El telegrama también les informó que la Embajada
de los Estados Unidos en Santiago requería el pago previo
de US$900 para cubrir los gastos de traslado.
Diez ciudadanos de los Estados Unidos que conocieron Horman
viajaron a Chile para declarar ante el juez que investiga
el caso. El caso Horman ha avanzado mucho y hoy conocemos
detalles de la patrulla militar que le detuvo como también
elementos que indican la negligencia de parte de la Embajada
de los Estados Unidos. Documentos desclasificados del Departamento
de Estado y de la CIA han sido importantes esclarecer el
caso.
Un informe emitido por un funcionario del Departamento de
Estado, con fecha agosto 1976 dice: ÒExiste prueba circunstancial
que sugiere que la inteligencia de los Estados Unidos puede
haber jugado un papel lamentable en le muerte de Horman.
En el mejor de los casos, dio o confirmó información
que motivó su asesinato por el gobierno de Chile
GOC. En el peor de los casos, la inteligencia sabía
que el gobierno chileno tuvo reservas sobre Horman y no
hicieron nada para impedir el resultado lógico de
la paranoia del gobierno chileno."
Lecciones desde Chile y América Latina
En la actualidad, creo que nuestra experiencia como abogados
de derechos humanos a lo largo de 30 años en Chile ofrece
algunas lecciones para el debate sobre una estrategia para
proteger a los derechos humanos en el mundo. La experiencia
del movimiento de los derechos humanos en toda América Latina
nos ha enseñado que una democracia verdadera se construya
sobre la base del respeto pleno a los derechos humanos establecidos
en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de
otros tratados internacionales. Forma el fundamento ético
para toda sociedad.
Doctrina internacional de los derechos humanos nos enseñó
que la jurisdicción universal prevalece sobre derecho nacional
cuando este no consagra la justicia. La práctica de tortura
y crímenes de lesa humanidad están entrando a la conciencia
internacional, formando derecho consuetudinario y el principio
de jus cogens. Estas son normas obligatorias para todos
Estados. Un tribunal chileno llegó a concluir que Chile
está obligado a adherir a todos tratados aunque no los haya
ratificado.
La creación de la Corte Penal Internacional es el logro
más relevante para la comunidad mundial porque establece
el principio de la jurisdicción universal en cuanto a las
partes que han ratificado el tratado en relación a crímenes
de lesa humanidad, genocidio, y crímenes de guerra. No reemplaza
los poderes judiciales nacionales, sino los complementa
en tales casos en los cuales los tribunales nacionales no
pueden o no quieren investigar y sancionar estos crímenes.
Una gran expectativa para el gobierno de la Presidenta Michelle
Bachelet es que el Senado chileno ratifique los Estatutos
de Roma.
Colaboración Global para Proteger
a los Derechos Humanos
Como ha señalado el historiador norteamericano Steve
Volk, Chile y los Estados Unidos están ligados por
dos Onces de Septiembre. No solo porque en Chile y en los
Estados Unidos el terror llegó sobre las alas de
aviones (los Hawker Hunter jets bombardeando El Palacio
de L Moneda el 11 de septiembre de 1973, y sobre aviones
comerciales que se estrellaron en la Torres Gemelas el 11
de septiembre de 2001). Ambos países están
ligados en un sentido más profundo. En los dos países,
los respectivos Onces de Septiembre tuvieron como consecuencia
el reinterpretar "normas internas y el abandono de
conceptos establecidos de derecho internacional para crea
un nuevo tipo de criminales (los combatientes enemigos)
que son sujetos a detención sin acusación
cualquiera, sin acceso a defensa legal o juicio y pueden
ser brutalizados por diversos métodos de interrogatorio".
La experiencia y el sufrimiento a través de treinta años
en Chile y América Latina ofrecen dos importantes lecciones
para la reflexión, mientras luchemos para crear un mundo
globalizado donde reina la justicia, la democracia y la
seguridad.
Primero, la impunidad en las violaciones de los derechos
humanos, dondequiera que estás ocurren, en Villa Grimaldi
o Guantánamo, debilita la democracia. Debemos mantener la
lucha en contra la impunidad en crímenes de lesa humanidad
porque estos delitos no solo afectan la víctima directa
y su familia, sino a toda la sociedad.
La impunidad impide la construcción de una sociedad plenamente
democrática. La impunidad es otro delito más que se suma
a los otros delitos ya cometidos. La impunidad viola el
derecho a igualdad bajo la ley porque excluye un grupo específico
de criminales del estado de derecho, cuando este debe aplicarse
a todos sin excepción. Lograr la verdad, justicia y reparaciones
a las víctimas es un deber legal de los gobiernos, que siempre
se debe exigir y que nunca es sujeto a prescripción.
Segundo, la defensa de los derechos humanos requiere la
participación activa de los ciudadanos porque Estados y
gobiernos a veces dejan de proteger estos derechos y se
hacen cómplices en la violación de estos derechos. Un movimiento
activo y energético internacional es el mejor garante del
respeto nacional y mundial de los derechos humanos. Un aspecto
importante para asegurar la defensa de los derechos humanos
hoy es extender, no debilitar la jurisprudencia de derechos
humanos y de mecanismos de protección. Ahora, más que nunca,
los Estados Unidos en particular debe convertirse en el
socio de Chile y de América Latina en una sociedad globalizada
que busca alcanzar el respecto universal para los derechos
humanos, civiles, sociales, económicos y culturales.
Como socios globales, debemos hacer cumplir las normas internacionales
que protegen la democracia y los derechos humanos en cada
rincón del mundo y bajo todas circunstancias. Ahora, más
que nunca, Chile como también los Estados Unidos deben ratificar
el Tribunal Penal Internacional y apoyar las instancias
internacionales de los derechos humanos.
La lucha contra la impunidad y la permanencia de un movimiento
internacional de los derechos humanos es la mejor manera
de asegurar que en el mundo globalizado de hoy, la seguridad
no se logre a costo de la justicia y de la democracia.
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