21
septiembre de 2009
Cementerio General
Santiago
En este primer día de primavera del hemisferio del
sur, un día nublado que se hacía cada vez
más frío a medida que transcurría el
acto, 60 niños y niñas en sus uniformes color
gris y rojo de la Escuela Canciller Orlando Letelier, 20
niñas del coro de la Escuela Crista McCullogh que
cantaron temas de Víctor Jara y Violeta Parra, escuchaban
atentos, como también lo hacían el público
en general. Desde el podio, instalado al costado de la piedra
negra que marca la tumba del ex embajador de Chile a los
Estados Unidos, asesinado hace 33 años en esta fecha,
su hijo el Senador Juan Pablo Letelier, su hermana la abogada
Fabiola Letelier, y la Secretaria General del Gobierno Carolina
Tohá hablaron del legado que dejó Orlando
Letelier.
Fabiola
Letelier, Abogada
Orlando era Ministro de Defensa en septiembre del 1973. Su
primer impulso ese día 11 de septiembre del 1973 fue
ir a La Moneda para estar al lado del Presidente Salvador
Allende. Lo llamó muy temprano en la mañana
y recibió indicaciones claras de Salvador Allende:
No vengas a La Moneda. Yo quiero y te ordeno que como Ministro
de Defensa estés en tu lugar de trabajo. Así
lo hizo.
Fue inmediatamente detenido por mas de 12 soldados armados
quienes le impidieron el ingreso al ministerio. Lo tomaron
allí detenido en forma absolutamente arbitraría.
No había razón alguna por su detención,
como tampoco había por los miles de detenciones que
se produjeron ese día.
Fue llevado primero al Regimiento Tacna. Cada cierto tiempo
le tocaban la puerta y le decían, �Ahora le toca al
ministro.� Felizmente no fue fusilado allí, como muchos
chilenos lo fueron. Fue llevado luego a la Escuela Militar
que tenía tanto significado para Orlando, porque había
entrado como cadete a los 14 años. Se había
distinguido en esa carrera pero en algún momento decidió
estudiar derecho y alejarse de la escuela castrense.
Fue junto con los ministros del gobierno constitucional llevados
a la Isla Dawson, cerca de Punta Arenas y a la Antártica,
en un avión los llevaron privados de libertad, vendados
a esta isla inhóspita donde todos los que llevados
allí, se les consideraron prisioneros de guerra. Me
refiero a los que fueron llevados desde Santiago, porque en
Isla Dawson también había un contingente importante
de personas y de algunos militares de Punta Arenas que estaban
en la misma isla en otro sector.
Orlando, como los altos funcionarios del gobierno de la Unidad
Popular, tuvo que pasar a ejercer la calidad de prisionero
de guerra, obligado a trabajo forzado. Estuvo Orlando un año,
estuvieron otros incluso mas de dos años. Dieziseis
países presionaron a que lo liberaran, eso no ocurrió
sino gracias a la presión de Diego Arias, alcalde de
Venezuela, vino a Chile y junto con manifestarle la exigencia
de su país, por el presidente Carlos Perez, y tal vez
por presión económica, Orlando fue liberado
y salió a Venezuela, país al que toda la familia
Letelier le tenemos un gran cariño, debido a las gestiones
de Carlos Perez.
Desde Venezuela toma la decisión de irse a los Estados
Unidos con su familia para transformarse en persona denunciante.
Orlando estuvo con senadores, altos personeros políticos
internacionales para dar a conocer lo que pasaba en nuestro
país. Intervino en Europa, dando a conocer lo que sufría
nuestro pueblo, la violación sistemática de
los derechos humanos, la falta de cooperación de vida
de los tribunales. Evidentemente fue acumulándose contra
él una campaña y un odio que determinó
que debía ser asesinado.
En Orlando se consignan todas las violaciones a los derechos
humanos- arresto arbitrario, perdida de su nacionalidad, tortura
psicológica, exilio, asesinato. Orlando se ha levantado
como una persona que supo contarle a todo el mundo, las violaciones
que ocurrían en Chile. La conmoción que causó
el asesinato en los Estados Unidos.
Desde el 1976 al 78 se investigó para definir quienes
habían participado en este crimen. La conclusión
fue que lo llevó a cabo Michael Townley de parte de
la DINA con un grupo de cubanos anti castristas. Esta investigación
permitió a la corte de los EEUU pedir la extradición
de los oficiales chilenos Manuel Contreras, Pedro Espinoza
y Fernando Larios. La Corte Suprema dejó al lado mas
de mil documentos que mostraban la participación de
la DINA y no dio lugar a la extradición.
Es entonces cuando la Corte Suprema, tal vez por un poco de
verg�enza moral, ética y política, de su administración,
mandó el expediente por la extradición denegada
a la Justicia Militar. Durante 10 años estuvimos yo
como abogada y, Jaime Castillo Velasco presentando escritos
para que la causa permaneciera abierto. También Andrés
Aylwin asumió el alegato ante la Corte Suprema cuando
Jaime Castillo fue expulsado del país. Efectivamente
obtuvo el sobreseimiento temporal.
Llegando el gobierno de transición a la democracia
se nombra el ministro de la Corte Suprema Adolfo Bañados,
que a poco tiempo, a base de todo el expediente acumulado,
ordenó la detención de estas personas (Manuel
Contreras y Pedro Espinoza). En esta labor tan larga, evidentemente
a Juan Bustos le tocó la parte posterior, además
colaboraron Hernán Quezada y Hiram Villagra, joven
colaborador en la ultima etapa del proceso.
Quisiera
terminar con las palabras que le escribió nuestra madre
Inés Del Solar cuando Orlando estuvo en Isla Dawson.
HIJO MíO! HIJO MíO!
En estas largas noches en estos días grises
Que se arrastran con lentitud desesperante
Siento que tu recuerdo me estrangula el alma
Y solo sé llamarte en cada instante
Tengo necesidad de tu presencia
De tu sonrisa, de tuvoza amada
De la nobleza que tu ser encierra
De la ternura que hay en tu mirada
Y acurrcada entre las sombras
Lloro por este injusto juego del Destino
Que ha querido ponerte en el camino
La corona de espinas y la cruz
Y en este Golgota que va subiendo
Con la altivez serena de los justos
De los honrados y de los valientes
Preguntarás con ansiedad creciente
Cual es la causa que motivó
Este largo martirio inexplicable
Cuyas razones no comprende el mundo
Ya que lo inspira el odio mas profundo
A la justicia y a la libertad
Y solo Dios en su bondad divina juzgara
Que tu gesto al entregarte por entero
A esta tierra que tu amaste
Era inspirado por un noble ideal
Lo diste todo, no pediste nada
Con mano abierta y corazon entero
Un presente mangífico y valiente
Arrojaste a la vera del sendero
Por servir a tu Chile bienamado
Y por ver en cada hombre un compañero
Y yo que sé del batallar constante
Que ello significa en tu joven vida
Y que te ví marchar siempre adelante
Lleno de triunfos con la frente erguida
Hoy me pregunto si tus sacrificios comprenderán
Los que te están juzgando
De esta dura prueba saldrás
Si ello es posible, más humano
Porque el dolor como un fuego sagrado
Te hará aún más fuerte mas purificado
Y una mañana esplendorosa y clara
Se cubrirán de flores los caminos
Y rodeado de amor y de canciones
Caminarás confiado en tu destino
Porque los hombre como tú, Hijo mío
Jamás Serán Vencidos
Carolina Toha, Secretaria General de Gobierno
Estuvimos en México cuando supimos del atentado que
le quitó la vida a Orlando Letelier y a Ronni Moffet.
Miles de chilenos y de personas de otros puntos del planeta
acuerdan exactamente donde estaban y que estaban haciendo
cuando supieron esta noticia. Y lo recordamos hasta el día
de hoy.
Es muy probable que el objetivo de quienes planearon esto
fue eliminar una persona que consideraron peligrosa para los
intereses que tenían la dictadura. Orlando Letelier
era una persona respetada y oída no solo entre los
chilenos sino en el mundo. Su testimonio de lo que estaba
sucediendo en Chile y de lo que él personalmente había
vivido como preso político estaba siendo escuchada
en todos los países, especialmente los EEUU. Lideres
democráticos del mundo, organismos de derechos humanos,
organizaciones internacionales, medios de comunicación
muy prestigiosos, todos reafirmaron su rechazo a la dictadura
chilena cuando escuchaban a Orlando Letelier. El era capaz
de hacerse escuchar por muchos. Y capaz de mobilizar el compromiso
a la acción de muy diversos actores a favor de la vuelta
a la democracia en Chile.
Por eso quisieron matarlo. Por que le temían lo que
él podía despertar y mobilizar. Lo que no calcularon
era que su muerte iba ser leída en el mundo como una
prueba irrefutable de la maldad de la que era capaz la dictadura
y del objetivo que esta se había propuesto de exterminar
a las fuerzas que habían estado acompañando
al Presidente Salvador Allende.
Yo personalmente me acuerdo que la muerte de Orlando Letelier
me hizo sentir un temor infinito. Yo tenía 11 años
como muchos de los niños que nos acompañan en
este acto. Había estado con Orlando poco antes en la
Ciudad de México. Unos meses antes mi madre me había
propuesto que nos encontráramos para que él
me transmitiera la experiencia que le tocó compartir
con mi padre en Isla Dawson. Los niños tal vez no saben
que mi padre igual que Orlando Letelier había sido
ministro de Salvador Allende y también había
estado preso en Isla Dawson durante largos meses. Ese encuentro
donde él me contó anécdotas y cuentos
de su tiempo en prisión sucedió para mi cuando
estábamos ya ambos al seguro. El peligro para nosotros
había pasado. Muchos seguían presos o eran perseguidos.
Pero Orlando ya estaba fuera de peligro.
Su muerte meses después puso en duda siempre esa seguridad.
Nunca estaríamos a salvo. Así lo viví
como niña que era. Pero creo que muchos en el exilio
sintieron lo mismo.
La dictadura le temía a Orlando Letelier vivo. Pero
nunca se imaginaba lo que iba significar Orlando Letelier
muerto. Si alguien tenía alguna duda acerca de la legitimidad
de la dictadura, después de ese asesinato se convenció.
Si algunos tenían la tentación de sentir simpatía
por Pinochet, después de ese asesinato, lo pensaron
dos veces. Han pasado tantos y tantos años, y reunidos
hoy día frente a la tumba de Orlando Letelier, me gustaría
expresar mi gratitud a él por la conversación
que tuvimos en la Ciudad de México y que tengo grabado
en mi memoria como si hubiera sido el día de ayer.
Y así como tengo esa gratitud por el encuentro que
alcancé tener como niña, mucho tenemos que agradecerle
los chilenos por lo que hizo en vida y por lo que alcanzó
a iniciar como voz en el exilio contra la dictadura. Sus años
de funcionario internacional, su período de canciller,
su experiencia como ministro. Pero no solo eso. Debemos agradecerlo
por lo que fue capaz de hacer después de muerto. Su
asesinato conmovió a muchos y sacó lo mejor
de tantos y tantas en el mundo que salieron a rechazar lo
sucedido.
Hay que agradecerle también el camino a la justicia
que su causa abrió. Su familia, Isabel Margarita, sus
hijos, la infaltable Fabiola, ciertamente el trabajo serio
e inspirado de Juan Bustos, el recuerdo que se ha hecho y
yo no conocía en detalle de Jaime Castillo y Andrés
Aylwin. A todos ellos tenemos que agradecerles por ese difícil
e improbable sinuoso camino, irreversible que recorrieron
que logró abrir posibilidades a la verdad y justicia
para muchos. Años después muchos están
recorriendo ese camino o ya lo han hecho. Quiero este día
agradecer también por eso, por lo que Orlando nos dio
en vida, por lo que nos entregó después de su
muerte y por la esperanza de justicia y verdad que sigue alentando
en nosotros y seguirá alentando para siempre. Muchas
gracias.
Juan Pablo Letelier, senadorá
Sobre todo quiero saludar a los profesores y profesoras, de
la escuela que nos convocan, a los niños y niñas
de la escuela, al grupo de danza de la escuela, al coro.
Permítame tres reflexiones. Si hoy día estamos
acá y podemos hablar, si hoy estamos en este cementerio
que ha reunido tanto dolor y esperanza, si hoy podemos estar
acá tranquilos, es por que hubo varios cientos, miles
que ofrendaron su vida para recuperar la democracia. Porque
hubo decenas de luchadores por la democracia que abrieron
los cauces, los abogados de derechos humanos en la persona
de Roberto Garreton, un hombre notable por su consistencia
en la lucha por los derechos humanos, que muchos de los jóvenes
no lo conocen. Fue de los abogados que levantaron su voz antes
y que en el mundo sigue levantando la voz para evitar las
atrocidades no solo en nuestro continente sino en Africa,
y muchos otros lugares.
Si hoy día estamos acá es porque hubo personas
que lucharon por la libertad y para que se abriera un cauce.
Muchos de los que lucharon no llegaron a ver este día.
Muchos que lucharon por esos sueños no están
acá. A veces uno se olvide de cuantos niños
y jóvenes murieron en las protestas. Muchos niños
y jóvenes que eran de la enseñanza media que
luchaban por una esperanza, para que los trataran de una forma
distinta. Si estamos hoy día aquí, es que muchos
han luchado.
Orlando Letelier tuvo algo que quizás no se ha destacado.
Tal vez viene de esa formación que tuvo en la Escuela
Militar, que tiene que ver con que los proyectos de cambio
de la sociedad son colectivos. La historia no la hace una
persona, ni un grupo de personas, sino la hace comunidades,
grupos humanos amplios. La hacen el pueblo, como decía
el Presidente Salvador Allende. Esta apertura, esta reconstrucción
democrática que hemos logrado es gracias a muchos.
Lo segundo que quiero decir es algo mi agradecimiento por
el recuerdo permanente que hace la escuela, que tanta falta
hace en nuestro país. A veces en esta sociedad, se
cree que el mundo se hizo ayer, que el mundo se puede hacer
hoy. Y que el futuro se puede construir a partir de una frase
comunicacional, una idea, la historia tiene que ver con la
memoria de nuestros raíces profundas. Las cosas no
ocurren porque sí no mas. Por eso a los niños
de la escuela, yo se que ha sido larga la mañana.
Quiero compartir unas palabras para el joven que vino a hablar
acá, a Pedro. Sepan que cada uno de ustedes tienen
raíces en la comuna de El Bosque, cada uno tiene sueños,
como tenían otros como Orlando Letelier, como tuvo
el Presidente Salvador Allende que descansa a pocos metros
de acá. De jóvenes, tuvieron sueños.
Tuvieron sueños que se podía construir un país
donde la gente vale por lo que es, no por lo que tiene. Tenían
sueños que se podía cambiar la sociedad, que
a los niños se tenía que hace un esfuerzo para
educar en los derechos humanos.
Una invitación a los niños y a los jóvenes
del liceo que nunca se olviden que la razón que estamos
acá para rendir un homenaje a una persona a quien la
truncaron la vida es que representaba una forma de mirar la
sociedad donde en el futuro todos seamos respetados de la
misma manera, porque nadie vale mas porque tenga mas. Todos
valemos lo mismo y valemos por lo que somos y no por lo que
tenemos.
Con Carolina somos de una generación especial. Nosotros
somos de las familias de Dawson que nos unió el destino.
Porque nuestros padres estuvieron presos en el mismo lugar.
No es que hubiésemos tenido un predestino. La historia
y la vida nos cruzó. Nos cruzó los caminos como
nos ha pasado muchas veces a los que aquí estamos.
No se olviden que la vida genera oportunidades. A veces se
cruza en el camino con personas y esas historias que se cruzan
es por lo cual se construya lo mas importante que uno tiene,
los sueños de un mundo distinto.(�)
Al recordar estos 33 años desde cual a Orlando le quitaron
la vida, cuando yo tenía apenas 15 años, Carolina
tenía 11, es porque nos cruzaron la vida y estamos
aquí para rendir homenaje a los que no están,
pero siempre pensando en los que vienen. Siempre pensando
en lo que tenemos que construir. A los niños de la
Escuela Orlando Letelier, gracias por ser parte de este esfuerzo
por construir un país con valores distintos, como decía
Pedro, donde la gente valgan por lo que es más que
por lo que tengan.
Muchas gracias.
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