El
10 de diciembre de 2009, el Colegio Médico de Santiago
realizó un acto en conmemoración del aniversario
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Antes de efectuar un foro panel sobre la proyección
de los derechos humanos en Chile, en una ceremonia en homenaje
a los 21 "Médicos del Pueblo" asesinados
por la dictadura militar, el Dr. Alfredo Estrada se dirigió
al público, con las siguientes palabras.
'MEDICOS
MARTIRES
Salvador Allende Gossens, muerto
en La Moneda el 11 septiembre de 1973
Jorge Avila Pizarro, detenido
en el Hospital Psiquiátrico y fusilado en el Estadio
Nacional el 18 de septiembre de 1973
Gabriel Castillo Cerna, desaparecido
el 11 de octubre 1976 después de hacer un llamado público
a luchar por los derechos humanos
Vicente Cepeda Soto, ejecutado
el 23 de septiembre 1973 en Antofagasta
Jorge Cerda Albarracin, fusilado
el 22 de septiembre 1973 en Antofagasta
Miguel Enríquez Espinoza,
muere en enfrentamiento 5 de octubre 1974
Hector Garcia Garcia, detenido
en Hospital de Buin y fusilado 13 de agosto 1974
Carlos Godoy Lagarrigue, detenido
desaparecido desde 4 de agosto 1976, San Bernardo
Eduardo González Galeno,
detenido y desaparecido desde el 14 de septiembre 1973
Hernán Henriquez Aravena,
dedicó su vida a mejorar la salud de la pobación
Mapuche, fusilado en Temuco 5 octubre 1973
Arturo Hillerns Larrañaga,
detenido y desaparecido desde el 15 de septiembre 1973 en
Puerto Saavedra
Iván Insunza Bascuñan,
desaparecido desde su detención el 4 agosto 1976 en
Santiago
Jorge Jordan Domic, fusiladdo
el 16 de septiembre 1973 en Ovalle
Jorge Klein Pipper, detenido en
La Moneda 11 de septiembre 1973 y desaparecido
Enrique Paris Roa, detenido en
La Moneda el 11 de septiembre 1973 y desaparecido
Claudio Tognola Ríos, director
obstretra Hospital de Tocopilla, desaparecido el 4 de octubre
1973
Bautista Van Schowen Vasey, detenido
desaparecido el 13 diciembre 1973
Absalón Wegner Millar,
detenido en San Felipe y ejecutado el 13 diciembre 1973
Hace 61
años, después de los horrores de la Segunda
Guerra Mundial, las naciones del mundo acordaron la Declaración
Universal de los Derechos Humanos que como eje valórico
y doctrinario constituiría la base de un nuevo proyecto
de sociedad más fraternal y más justa entre
las personas y los países.
Las guerras de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del
XXI y las dictaduras militares en diversos países con
la violación permanente de los derechos fundamentales
de hombres, mujeres y niños nos señalan que
como humanidad aún tenemos un largo camino que recorrer.
La dictadura militar en Chile, la tortura en Irak, Afganistán,
Guantánamo, Guatemala son sólo parte de la enorme
deuda que tienen muchos estados con sus propios pueblos.
Nosotros sabemos lo que esto significa. Desde el 11 de septiembre
de 1973 con su estela de violencia, tortura y muerte desencadenada
por un contubernio entre los sectores más reaccionarios
del país y de Estados Unidos junto a las Fuerzas Armadas,
se produjeron profundos cambios en la sociedad chilena.
En estos días parece confirmarse la sospecha acerca
del homicidio del ex presidente Frei por agentes de los servicios
de inteligencia del ejército en una conspiración
todavía demasiado oscura lo que ha vuelto a traer a
los titulares de la prensa el tema de los derechos humanos
y la dictadura.
Sin embargo y sin desconocer la gravedad de este hecho pensamos
que el antes y el después en nuestro país
ocurrió el día en que los aviones de la Fuerza
Aérea bombardean la Moneda, conducen a la muerte del
Presidente constitucional Dr Salvador Allende e inician el
periodo de terrorismo de estado causante de miles de muertes
de hombres y mujeres entre las cuales recordamos hoy a nuestros
21 compañeros asesinados y desaparecidos.
Los crímenes de la dictadura en gran medida continúan
impunes. Los presos políticos torturados, los ejecutados,
los detenidos desaparecidos aún no encuentran justicia
plena al tener que enfrentarse a la complicidad de los Tribunales
en una primera etapa, al ocultamiento de la información
por parte de las Fuerzas Armadas, a la ley de Amnistía
aprobada por la dictadura y que se mantiene hasta hoy y al
pragmatismo político que permite que individuos que
fueron parte de la dictadura continúen hoy detentando
importantes cuotas de poder y representación.
La insuficiencia de los tribunales chilenos y las equivocadas
prioridades políticas condujeron a que tribunales de
otros países, como el juez Baltasar Garzón en
España con Pinochet y actualmente tribunales de Roma
en Italia que procesan al ex fiscal miltar de Temuco Alfonso
Podlech Michaud tuvieran que asumir el procesamiento de estos
responsables de crímenes de Derechos Humanos. Recordemos
que este mismo Podlech le expresó a la esposa del Dr
Hernán Henríquez que para él los enemigos
de la patria no tienen derecho a tumba.
Creemos que, no obstante los avances en temas de derechos
humanos, el objetivo político de la reconciliación
no será alcanzable antes de 3 o 4 generaciones. Las
esposas, los hijos, las madres y hermanos de los asesinados
y desaparecidos por la dictadura siguen reclamando justicia
y en el Chile profundo, más allá de las apariencias
existe aún una herida no cerrada.
Al reunirnos en este día de recuerdo y homenaje a los
21 médicos asesinados y desaparecidos a manos de la
represión dictatorial estamos reafirmando nuestro compromiso
con la lucha por la justicia y con mantener vivo su ejemplo
como profesionales comprometidos con la lucha social.
Hoy cuando la práctica médica se encuentra tan
condicionada por el mercado, destaca en la historia de nuestros
colegas y compañeros su mirada humanista, su disposición
para entregar su experiencia y conocimientos a los que más
lo necesitaban, su voluntad para asumir su militancia política
con todas sus consecuencias.
Para un hijo o hija pequeño la pérdida del padre
o de la madre deja un sentimiento de abandono y preguntas
sin respuesta que suelen prolongarse en el tiempo y que a
veces se formula como ¿ por qué eligió
por otros y no por mí ? Sin poder percibir hasta que
crecen que, en su consecuencia valórica e ideológica,
también elegían en primer lugar por ellos. En
la biografía de todos encontramos profundos sentimientos
de afecto hacia sus familias , sus padres y sus hermanos.
Sabemos que ellos luchaban por la vida y su opción
política en la forma de ser médicos fue su manera
de afirmar su convicción de que era posible un mundo
mejor y más justo para los que ellos amaban y para
todos los que vivían la explotación.
Podemos preguntarnos ¿ por que tanta odiosidad contra
los médicos aún considerando la polarización
que se dio en el gremio durante el gobierno de Salvador Allende
? Hubo una época en que los médicos teníamos
un importante reconocimiento social y por lo tanto era frecuente
que ello se proyectara también en una influencia política
no necesariamente partidaria. Sin embargo su calidad profesional
hacía esperable que se alinearan con los sectores dominantes,
traspasar la frontera y unirse a los más desposeídos
era no solo una traición sino los convertía
en elementos peligrosos para el sistema.
En Cunco o en Santiago, en La Serena o Tocopilla, en Temuco
o Antofagasta o en cualquier lugar del país en que
hubiera médicos comprometidos en la lucha social y
política habían sido ya identificados como objetivos
de la represión.
Ellos fueron asesinados como miles de otros hombres y mujeres
jóvenes porque desde el poder de la dictadura necesitaban
sembrar el terror y dividir por el miedo y sobre todo cercenar
la esperanza.
En esos años oscuros la represión instaló
el miedo y el silenciamiento. La desconfianza hacia el otro
fue la regla, nuestros niños tuvieron que ser entrenados
para callar en la escuela. La complicidad de los medios de
prensa y TV manipulaban la información y convertían
a las víctimas en responsables. El ocultamiento, la
mentira y la deformación de la verdad por los voceros
y representantes de la dictadura se hicieron parte de la cultura
cotidiana. Creo que el lastre de la dictadura persiste todavía
en la disgregación social, en la pérdida de
legitimidad de la política y de la credibilidad en
el otro.
Hoy a más de 35 años del golpe militar nuestra
sociedad no termina de recuperarse. Los avances parciales
que ha tenido la búsqueda de justicia han encontrado
retrocesos importantes en la impunidad otorgada en el rescate
del general Pinochet, en la mantención de la ley de
amnistía, en las bajas condenas aplicadas a los militares
responsables de violaciones a los derechos humanos.
Aunque entendemos que no se puede procesar a las instituciones
nos parece poco coherente la tesis expresada por el ministro
Vidal al limitar la responsabilidad de crímenes contra
los derechos humanos a individuos aislados excusando el rol
institucional. Como entenderlo si fueron agentes del Estado,
de los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas, utilizando
vehículos, armas, financiamiento, locales y otros recursos
públicos los responsables de realizar torturas, asesinatos
y desapariciones bajo las órdenes de una jerarquía
de mando vertical. Pareciera ser que los profundos cambios
políticos, económicos y estructurales durante
la dictadura a la cual sirvió la represión hubieran
sido hechos por unos pocos cabos y soldados.
En tiempo de elecciones hay algunos que sostienen que en materia
de derechos humanos no hay que mirar al pasado como si fuera
posible generar una especie de Alzheimer social. Lo que ellos
no comprenden es que para nuestro país los crímenes
no resueltos, los Detenidos Desaparecidos que no se encuentran
y la impunidad de los responsables son una realidad presente
que no se puede ocultar.
Así como las víctimas de violaciones a los derechos
humanos y sus familiares han tenido que sobrellevar el daño
psicológico, social y económico son también
portadoras de la conciencia vigilante que en el seno de nuestra
sociedad continuará alerta para impedir que se consolide
la impunidad exigiendo verdad y justicia.
No soy creyente religioso pero comparto la idea de que cada
ser humano en este breve trayecto por la vida, irradia como
en ondas concéntricas, mucho de lo que fue o es, transmitiendo
su experiencia y su fuerza vital la que continúa propagándose
desde sus más cercanos a otros que quizás nunca
lo conocieron personalmente ni podrán ya conocerlo.
En ello hay algo de eternidad terrena que se prolongará
en el tiempo mientras la humanidad exista.
Pienso que un objetivo último del perverso poder de
la dictadura militar fue no solo destruir a sus opositores
sino matarles la esperanza y su espíritu. Ellos nuestros
colegas y compañeros lucharon por la vida, por ayudar
a construir un mundo más fraterno y luminoso y esta
tarea sigue aún pendiente para nosotros y para nuestros
hijos. Afirmarnos en la vida y a pesar de todo creer en el
amor es la demostración del fracaso y la derrota de
los represores de ayer.
Para los que pensamos que el mundo no está bien y que
es necesario superar la injusticia y la desigualdad nos parece
urgente recuperar vínculos de confianza entre las personas,
descubrir sueños y proyectos comunes, fortalecer mutuamente
nuestras fuerzas para lograr los cambios que queremos en nuestra
sociedad. En este caminar todos ellos nos irán acompañando.
Queremos agradecer a todos Uds. su presencia en esta tarde
y también a nuestras amigas y colegas doctoras Laura
Moya, Rubí Maldonado, Margarita Romero y Ana Vega autoras
de los libros testimoniales Porque Fuimos Médicos
del Pueblo y Ellos se Quedaron con Nosotros cuyo
trabajo ha hecho posible que en diversos lugares de Chile
y en otros países el ejemplo de estos médicos
y de su compromiso social y político continúe
proyectándose a través del tiempo.
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