PODER
JUDICIAL
CHILE
POZO
ALMONTE, primero de junio de mil novecientos noventa.
Comparece
ALBERTO ENRIQUE NEUMANN LAGOS, chileno, natural de
Pisagua, casado, médico, lee y escribe, RUN N. 3.752.215-5,
domiciliado en la ciudad de Valparaíso, calle Independencia
N. 1718, quien legalmente interrogado expone:
A
las preguntas de US. digo que siendo Regidor de la Municipalidad
de Valparaíso y medico del Hospital Deformes, fui detenido
en éste último establecimiento el día
11 de Septiembre de 1973, con ocasión del golpe de
Estado que se produjo ase día.
Permanecí
prisionero en el buque Escuela Esmeralda de la Armada
de Chile, desde el día de mí detención
y hasta aproximadamente el día 16 de Septiembre de
1973, fecha en la cual fui trasladado a una bodega del buque
denominado Maipo, de propiedad de la Compañía
Sudamericana de Vapores.
En
este último transporte de carga fui trasladado junto
a centenares de otros detenidos a la localidad de Pisagua,
no encontrándome en condiciones de precisar el número
porque fuimos trasladados en bodegas separadas.
Llegué
a Pisagua el día 18 de Septiembre de 1973 y en esa
localidad fuimos llevados al presidio de dicho lugar, la Cárcel
de Pisagua, y distribuidos en sus diversas celdas.
En
la Cárcel de Pisagua, a nuestra llegada, ya se encontraban
prisioneros provenientes de Iquique y de otros lugares de
la zona Norte.
Al
llegar a Pisagua la Armanda nos dejó bajo la responsabilidad
del Ejército, institución que estaba al mando
de la Cárcel. Debo agregar que la población
penal de la Cárcel como los habitantes de Písagua
habían sido evacuados, de tal forma que la totalidad
de la localidad era zona militar,
...
En el mencionado recinto penal, los prisioneros nos encontrábamos
hacinados, porque el espacio físico era insuficiente
para ello.
Permanecí
privado de libertad en ese lugar hasta fines del mes de Octubre
del año 1973, época en la cual fui trasladado
en conjunto con un grupo de 3 detenidos a Valparaíso.
Debo agregar que este grupo estaba compuesto de 3 médicos
que éramos de Valparaíso. En el último
período de permanencia en Pisagua, los médicos
fuimos instalados en celdas separadas del resto de los prisioneros
y estabamos encargados de la atención médica
de los presos políticos, utilizando la oficina de la
enfermería de la Cárcel para tales efectos.
El
día 29 de Septiembre de 1973 a la hora de almuerzo
en el momento en que los presos salíamos al patio de
la Cárcel a comer, el jefe militar del centro de detenidos
Teniente Coronel Ramón Larraín Larraín,
se dirigió a nosotros diciéndonos que llegarían
más presos, porque no se escaparía ninguno,
refiriéndose a militantes o personas de izquierda y
que para ello era necesario hacer algunos trabajos
de carpintería y otros similares, solicitando
voluntarios entre los presos para hacer esas tareas. Se ofrecieron
muchos voluntarios, porque para
los presos poder hacer algún trabajo era un alivio
a las inhumanas condiciones en que estábamos. Entonces
el Teniente Coronel Larraín escogió a seis:
Marcelo Guzmán, Nolberto Cañas, Michael Nash,
Juan Calderón, Luis Lizardi y Juan Jíménez.
Los seis prisioneros mencionadas eran de acá del Norte
y habían sido detenidos por el Ejército.
Esa
noche el Comandante Larraín nos informó que
los 6 prisioneros mencionados habían tratado de escapar
y como consecuencia de ello se les habían dado muerte.
Agregó que el detenido Michael Nash fue
él que logró llegar más lejos, lo que
Larraín atribuya al hecho de que Nash tenía
preparación militar por cuanto este preso estaba haciendo
su servicio militar en Iquique y había sido detenido,
según el mismo Nash, me relató en una oportunidad
en que compartimos celda, por haberse negado a participar
en el golpe militar. A comienzos del mes de Octubre, llegó
a Pisagua un grupo perteneciente a la Armada el cual procedió
a interrogar a todos los presos provenientes de Valparaíso.
La llegada de esta comitiva nos fue anunciada por los propios
militares, quienes nos había informado que llegaría
un grupo de Valparaíso que tenía entrenamiento
militar especial poder matar un animal según nos decían
durante todo el período de tortura psicológica.
Finalmente
llegó este grupo y por grupos nos fueron
sacando desde la Cárcel con la vista vendada a un lugar
que estaba a algunas cuadras de allí, el cual no
puedo precisar porque éramos conducidos como ya indiqué,
con nuestros ojos vendados. El trato recibido de estos efectivos
de la Armada era muy duro, desde amenazas, golpes, culatazos,
insultos y otros similares, hasta la aplicación de
torturas con electricidad durante los interrogatorios.
Los
médicos que estabamos detenidos pudimos comprobar personalmente
este hecho, no sólo por haberlo vivido personalmente
al igual que el resto de los detenidos sino que además,
porque nos correspondía examinar y tratar de aliviar
a las personas que regresaban de estos interrogatorios.
El
día 10 de Octubre de 1973, el Comandante Larraín
dijo que me prepare porque al día siguiente tenía
una misión especial en la que tenía que participar
y debía estar temprano preparado.
El día 11 de Octubre desperté temprano y fui
subido a un Jeep en él cual también iba el Comandante
Larraín, más otros vehículos similares.
Hasta ese momento yo ignoraba por completo a que lugar íbamos
ni a que misión especial de acuerdo a las palabras
del comandante Larraín.
Llegamos
al costado del cementerio antiguo de Pisagua, entre este Cementerio
y el mar; en ese lugar se encontraba casi la totalidad de
la oficialidad del Ejército que estaba en Pisagua,
más suboficiales y clases, quienes estaban formados
como en una ceremonia militar regular.
Los
suboficiales estaban armados can fusiles automáticos;
además había un pelotón de conscriptos
situados como pelotón de fusilamiento con algunos de
pie y otros hincados delante de ellos, también
estaban armados con fusiles automáticos.
Pude
observar que los militares estaban situados al lado de una
zanja o excavación que recién se había
hecho de unos 15 metros de largo por 2 metros de ancho, en
cuyo fondo se encontraban colocados uno al lado de otros 6
cadáveres envueltos en sacos. Uno de los oficiales
me comunicó que esos cadáveres eran las personas
que el día 29 de Septiembre de1973 habían tratado
de escapar, conforme la versión entregada y ya referida
anteriormente.
También
se encontraba presente el Capellán de Pisagua, de apellido
Murillo, quien se encontraba muy compungido.
Fui
informado por el Comandante Larraín que eran los presos
cuales, según me dijo, habían sido condenados
por un Consejo de Guerra.
No
recuerdo en este momento el nombre del oficial que mandaba
el pelotón de fusilamiento, Iba
a efectuar un fusilamiento de algunos prisioneros, los cuales,
según me dijo, habían sido condenados por un
Consejo de Guerra.
Posteriormente
el comandante Larraín hizo un discurso dirigido a los
militares, especialmente al pelotón de fusilamiento;
a todo esto los prisioneros aún no llegaban en esos
momentos. Todo esto con el fin de darles fuerzas para que
cometieran el crimen, diciendo que estaban limpiando a la
patria de sus malos elementos, refiriéndose en términos
injuriosos a los presos que serían fusilados.
Debo
agregar que los suboficiales estaban situados perpendicular
a los soldados que formaban el pelotón de fusilamiento,
también armados, lo cual constituía una verdadera
presión sobre los mismos soldados que serían
fusilados.
Lo
que siguió a continuaci6n se hizo todo en silencio
sin voces de mando; los prisioneros llegaron caminando hasta
el lugar, primeros tres los que venían vendados y fueron
situados frente al pelotón, uno al lado del otro separados
por unos 2 metros entre cada uno. Un oficial dio la señal
de disparar con la mano y entonces el pelotón compuesto
por 12 hombres disparó, cayendo muertos estos 3 prisioneros.
Tengo
la impresión que los fusilados ignoraban lo que ocurriría,
porque no los vi en actitud de tener noticias de lo que ocurriría,
manteniéndose muy serenos.
En
esos momentos el Comandante Larraín me dijo que yo
debía verificar la muerte de los fusilados, lo que
yo hice constatando su muerte, con la excepción de
uno de ellos, por lo cual el ofícial procedió
a darle el llamado "tiro de gracia" con un fusil.
Los
cadáveres de estas tres personas fueron envueltas en
sacos de arpillera....
Los
mismos hechos se repitieron con otros dos prisioneros, los
cuales fueron fusilados en la mismas circunstancias.
Debo
agregar que en el caso de Humberto Lizardi, la venda que tenía
puesta en su vista se los soltó en el momento de los
disparos, circunstancia que menciono a fin de confirmar el
personal conocimiento que tengo de estos hechos.
Los
nombres de las personas fusiladas, son las siguientes: Juan
Valencia, Humberto Lizardi, Mario Morris, José Córdova
y Julio Cabezas.
No
recuerdo en este momento el nombre del oficial que mandaba
el pelotón de fusilamiento, pero era el segundo hombre
en jerarquía después del Comandante Larraín.
Terminado
el fusilamiento, fui llevado de regreso a la Cárcel,
de tal suerte que no vi el momento en el cual se tapó
la zanja con tierra.
Debo
precisar que la zanja en la cual fueron enterrados los cadáveres
está situada al costado Poniente del Cementerio, lado
que da hacia el mar, en un sector que tiene desniveles, bajando
en altura a medida que se acerca al mar.
La
zanja en su largo va de oriente a poniente en aproximadamente
15 metros, a unos 20 metros de distancia de la muralla del
cementerio que mira hacia la cota y, en su ancho, sur a norte
en unos dos metros, aproximadamente a unos 50 x 60 metros
del término de la aludida muralla por el lado sur.
Debo
agregar que la persona a la cual el oficial le dio el tiro
de gracia fue a Juan Valencia, a quien conocí en Pisagua,
de tal forma que lo ubicaba perfectamente.
Debo
agregar que a Lizardi también lo conocí en Pisagua
y por ello lo identificaba perfectamente al igual que a Julio
Cabezas, de quien yo sabía era abogado.
Respecto
a Mario Morris, debo decir que yo lo conocía desde
Valparaíso, al igual que a toda su familia de la que
soy amigo y me consta que él estaba en el primer grupo
de tres fusilados.
Leída,
ratificada y firmada conjuntamente con el Tribunal.
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