1. La
Comisión ética Contra la Tortura (CECT), creada en marzo de
2001 para coordinar los esfuerzos de diversas organizaciones
y activistas de derechos humanos en pos de verdad, justicia
y reparación integral para los sobrevivientes de la tortura
y sus familias, hoy conmemora el Día Internacional de Apoyo
a las Víctimas de la Tortura, instaurado por la ONU.
2. La conciencia de la humanidad ha constatado que la tortura
se practica para excluir de todo ámbito de participación y
reprimir la voluntad de cambio político, económico, social
y cultural de los sectores pobres y conscientes de la sociedad.
La tortura, implementada en forma sistemática en los países
en que se ejerce este flagelo, promueve la existencia de sistemas
políticos represivos y facilita las inversiones de capital
nacional y foráneo.
3. Chile no es una excepción, y así lo demuestra el cinismo
de quienes justifican la tortura y los crímenes cometidos
por las Fuerzas Armadas y policiales, aduciendo que "sin dureza
no habría progreso económico". La actual institucionalidad
y el sistema económico imperante, se impusieron a través de
la violencia sistemática de la dictadura militar. La tortura,
la represión, la desaparición forzada de personas no fueron
accidentes históricos ni el resultado de faltas individuales
de los agentes del Estado, sino la aplicación de un proyecto
de desarrollo capitalista excluyente y autoritario. No se
puede continuar aceptando explicaciones falaces para ocultar
la responsabilidad de los ejecutores y autores intelectuales
y políticos de los crímenes cometidos durante la dictadura
militar, ni para justificar a quienes se enriquecieron apoderándose
de manera espuria de las riquezas del país.
4. Es un deber de la Comisión ética Contra la Tortura (CECT)
exigir de las autoridades gubernamentales el término de la
impunidad que hasta hoy ampara a los violadores de derechos
humanos, así como también el cese de la represión que se ejerce
sistemáticamente contra todos los sectores sociales que se
movilizan por sus justas demandas. Es por ello que hoy, 26
de junio, ratificamos nuestro compromiso con la verdad y la
justicia rindiendo un homenaje a todas las víctimas de la
dictadura militar. Mención especial nos merece el Presidente
Salvador Allende Gossens, quien consagró su vida a la búsqueda
de la plena integración y realización de los derechos humanos,
jurídicos, civiles y políticos, así como de los derechos económicos,
sociales y culturales de la mayoría de los chilenos.
5. Asimismo, nos preocupa el creciente nivel de represión
que se ejerce sobre las organizaciones sociales que se movilizan
por sus demandas. Ello nos motiva a entregar a la Presidente
Bachelet un Informe sobre los recientes actos de tortura y
violaciones a los derechos humanos y reiteramos nuestra demanda
de implementar un conjunto de medidas que, a nuestro juicio,
constituyen efectivas herramientas contra la impunidad y en
favor de los derechos humanos.
6. La Comisión ética Contra la Tortura (CECT)
manifiestan una vez más su inalienable compromiso con
la Verdad y la Justicia; por ello, postulamos como un deber
ético y jurídico, eliminar legislativamente
la cláusula que impide, por un lapso de 50 años,
el acceso de los tribunales de justicia a las imputaciones
concretas de delitos de tortura denunciados ante la Comisión
Valech, silencio que consagra la impunidad para los hechores,
y, exigimos, al unísono con la Corte Interamericana
de Derechos Humanos y otras instancias internacionales: el
fin del Decreto Ley de auto-amnistía; la destitución
de los violadores de derechos humanos designados en cargos
oficiales. Exigimos el establecimiento de una Asamblea Constituyente
que elabore una nueva Constitución; la instauración
de una instancia no gubernamental de Derechos Humanos, ajena
a una nueva mascarada de punto final; el término de
la �guerra preventiva interna� contra las manifestaciones
públicas; el cese inmediato de la represión,
la tortura a los presos políticos mapuches y las violaciones
a la libertad de expresión y de movimiento que hoy
mantiene encarcelada, entre otros, a la cineasta Elena Varela.
Exigimos el reconocimiento del pueblo-nación mapuche,
hoy bajo asedio militar y económico; la ratificación
y el cumplimiento, por el Estado chileno, de los tratados
y convenciones internacionales de derechos humanos y pueblos
originarios; la reapertura inmediata e indefinida de una instancia
abierta a todas las personas cuyos derechos humanos, tanto
ayer como hoy, hayan sido vulnerados; exigimos, asimismo,
el término del exilio y el extrañamiento para
cientos de chilenos que combatieron la dictadura y que aún
no pueden retornar al país; por último, y para
avanzar hacia el establecimiento de un verdadero estado de
derecho, exigimos la supresión absoluta de la justicia
militar como rama orgánica jurisdiccional y la derogación
de la ley antiterrorista.
7. La democracia y la justicia constituyen las bases fundamentales
de una convivencia civilizada, de una sociedad donde todos
y cada cual respeta los derechos fundamentales que son universales,
inalienables, anteriores y superiores al Estado y al poder
económico, al ser consustanciales a la dignidad de las personas.
8. Por todo lo antes señalado, es nuestra convicción que el
restablecimiento de la convivencia social sobre sólidas bases
éticas requiere -entre otros elementos- de una total reversión
de las políticas de impunidad promovidas se promueven desde
el Estado desde hace más de treinta años.
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