Germán
F. Westphal, Ph.D.
www.chile-esmeralda.com
Octubre
2005
Mucho se ha especulado sobre la conveniencia o inconveniencia
del acto de desagravio a bordo de la "Esmeralda" que ha propuesto
la Armada de Chile y respaldado el Gobierno de turno. Sin
embargo, pocos se han hecho de manera cabal y completa la
siguiente pregunta: ¿A quiénes sería funcional un acto de
desagravio a bordo de la "Esmeralda" sin verdad, justicia
ni castigo a los culpables?
La respuesta es obvia: tal acto sólo sería funcional a la
impunidad y a los represores. De hecho, les permitiría a ellos
y a la Armada decir públicamente y, muy principalmente, en
el resto del mundo, a nivel internacional, que han cumplido
con reconocer que las violaciones a los DD.HH. ocurridas a
bordo en 1973 no se compadecen con el código ético de la institución,
cerrando de esta manera el capítulo correspondiente, sin que
se haya establecido la verdad de lo que ocurrió en todas sus
dimensiones, aplicado los más mínimos estándares de justicia,
ni castigado de ninguna manera a los culpables.
No cabe la menor duda de que el acto propuesto sería muy emotivo
para algunos, cantando la Canción Nacional mientras el pabellón
patrio se iza en los mástiles del buque y abrazan con las
Autoridades Navales y, probablemente, hasta con el Presidente
o la Presidenta de la República y varios Ministros de Estado,
si es que no es con todo el Gabinete Presidencial, a la vez
que las lágrimas se les saltan de los ojos.
Sin embargo, tampoco cabe ninguna duda de que terminado el
acto, quienes lo ofrecieron se irían riendo a carcajadas a
casa, mientras que quienes lo aceptaron, más tarde o más temprano,
terminarían "con la cola entre las piernas" al darse cuenta
de que sólo fueron utilizados para perpetuar la impunidad.
En este sentido cabe destacar que tal forma de perpetuación
de la impunidad disfrazada bajo un acto de aparente "reconciliación",
adquiriría un carácter emblemático a nivel nacional e internacional
que sería comunicacionalmente explotado por la Armada de Chile
respecto a todos los crímenes de sus efectivos, no sólo aquellos
cometidos a bordo de la "Esmeralda".
En la medida que se potencie comunicacionalmente el carácter
emblemático y paradigmático del acto (especialmente
en un país en que la libertad de prensa es una quimera),
se lo aprovechará para ir sacando progresivamente de
la opinión pública el tema de las violaciones
de los DD.HH. con la ya recurrente cantinela de que hay que
"reconciliarse" y "mirar al futuro y olvidarse del pasado."
A tales efectos, no habrá nada más potente que
el mensaje de la "reconciliación" de la "Esmeralda",
para goce y deleite de los criminales de todo rango y calaña
que se pasean y seguirán paseando libremente por las
calles de la patria.
Bajo estas circunstancias, el acto en cuestión tiene,
potencialmente, consecuencias y repercusiones devastadoras
para la causa de los derechos humanos y los mejores intereses
de los ex presos políticos en todo Chile, especialmente
por sus repercusiones a nivel internacional. Quienes se presten
para el mismo sólo están destinados a convertirse,
consciente o inconscientemente, en cómplices de la
impunidad y enemigos de la verdad y la justicia.
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