25
de agosto 2004
Por
Memoria y Justicia
En
una votación dividida, esta mañana la Corte
Suprema de Chile confirmó el desafuero de Augusto Pinochet,
abriendo la vía para que el ex dictador enfrente el
juicio por veinte casos de secuestro calificado y otros delitos
bajo la égida de Operación Condor.
En
mayo la Corte de Apelaciones de Santiago concluyó que
existía "más que sospechas fundadas" de la participación
de Augusto Pinochet como autor intelectual del secuestro califiado,
asociación ilícita y tortura de chilenos en
colaboración con otros países del Cono Sur en
a mediados de los 70s, una coordinación represiva conocida
como Operación Cóndor. Hoy la Corte Suprema
en votación de 9-8 confirmó esa sentencia.
En
2000 la Corte de Apelaciones de Santiago desaforó a
Pinochet de su inmunidad como senador vitalicio debido a su
papel de autor intelectual de los crímenes de la Caravana
de la Muerte. La Corte Suprema confirmó el fallo pero
en seguida impedió que se procesara a Pinochet al sostener
que no podía enfrentar juicio por su estado de dementia.
Sin embargo el desafuero regía solo para el caso Caravana
de la Muerte. Posteriormente, la Corte de Apelaciones negó
desaforarlo en el caso por los asesinatos de los dirigentes
del Partido Comunista, conocido como Calle Conferencia, y
por el asesinato del general Carlos Prats. El alegato de las
condiciones de salud fue determinante en ambos casos.
La
diferencia fundamental, según los abogados querellantes,
fue el cambio de enfoque de los alegatos en caso Operación
Condor. Los abogados querellantes dejaron al lado el tema
de las condiciones de salud, recordando a la Corte que el
único asunto que correspondía en esta etapa
se refería a la existencia de sospechas fundadas para
procesarlo.
A
pesar del favorable fallo de la corte de alzada, aún
está lejos de asegurarse el procesamiento de Pinochet.
Al confirmar la sentencia de la Corte de Apelaciones, cuatro
ministros de la Corte Suprema sugerieron que el Ministro Juan
Guzmán pida los examenes médicos pertinentes
antes de resolver la situación procesal. Un grupo de
abogados de derechos humanos se citó con el juez para
pedir que procediera con las declaraciones indagatorios previos
al procesamiento.
El abogado defensor Ambrosio Rodriquez abrió la audiencia
alegando la cosa juzgada. Argumentó que corresponde
a la misma causa que Caravana de la Muerte, por lo tanto no
se puede seguir procesando su cliente que fue sobreseído.
Reconoció la existencia de Operación Condor,
lo cual comparó a un Interpol para combatir el terrrorismo,
pero sostuvo que Pinochet no tuvo conocimiento de su accionar,
ya que ningún jefe de estado "puede conocer todos los
oficios que escribe y emite un Ministro." Según el
abogado, tampoco estuvo Pinochet en posición de impedir
delitos que se hayan cometido, como señala el fallo
de la Corte de Apelaciones. Como prueba de la incapacidad
mental de su cliente, señala una carta de una periodista
de Miami que indicó que a Pinochet le costaba mantener
la atención durante su entrevista con ella.
Durante las maratónicas horas de alegatos, el equipo
de abogados querellantes compuesto por Francisco Bravo, Eduardo
Contreras, Hiram Villagra, Sergio Concha, Juan Pavin, Juan
Subercaseaux y Hugo Gutierrez respondió a la defensa.
Cosa juzgada es inaplicable, sostuvieron, porque Caravana
de la Muerte y Operación Condor no son una sola causa.
Los hechos son distintos y no tienen nada en común
más allá del querellado.
Francisco
Bravo alcaró que la Corte de Apelaciones desaforó
a Pinochet no en su calidad de presidente sino como jefe máximo
de la DINA. Tanto Manuel Contreras, director de la DINA ,
como Marcelo Moren Brito han dicho que "hicieron no más
ni menos lo que les ordenó Pinochet". Sergio Concha
explicó que el "brazo operativo de Operación
Condor siempre fue DINA", mientras Hugo Gutierrez sostuvo
que Pinochet tuvo conocimiento del accionar de Cóndor
porque él fue su autor intelectual. Por su parte, Hiram
Villagra hizo recordar el viaje que en las semanas posterior
al golpe Pinochet realizó a Argentina y Paraguay que
formó la base para lo que se formalizara posteriormente
como Operación Condor.
El abogado Subercaseaux concluyó sus alegatos planteando
la siguiente pregunta: "En Chile está en juego qué
le vamos a enseñar a las nuevas generaciones. ¿Le
vamos a enseñar que se puede torturar a 200,000 personas?
¿Le vamos a enseñar que se puede matar a 3000
personas y no pasa nada?"
Que
los ministros de la Corte Suprema hayan abierto la posibilidad
de procesar al individuo considerado intocable durante tantos
años sugiere la posibilidad que a las nuevas generaciones
se les enseñen que en Chile nadie está encima
de la ley.
Pero,
dadas las pruebas evidentes que Pinochet nunca estuvo demente
y que el fallo anterior de la Corte Suprema no había sido
sino "un salvavidas" de impunidad, la lección que aprendemos
podría ser otra: que la independencia del Poder Judicial
en relación a las violaciones de derechos humanos es bastante
frágil.
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