A
casi tres años desde su presentación ante la Corte de Apelaciones
de Santiago, la querella criminal (rol N¡ 2182-98) por el
secuestro, homicidio calificado, torturas, exhumación ilegal
y otros delitos contra Charles Horman alcanzó una etapa crucial.
El 10 de diciembre de 2003 el Ministro Jorge Zepeda ordenó
el primer procesamiento en el caso relacionado al asesinato
del periodista norteamericano, hecho ocurrido hace 30 años
en las semanas después del golpe militar.
Fueron siete los querellados nombrados inicialmente por la
acción judicial penal interpuesta de parte de Joyce Horman
el 2 de diciembre del 2000 por los abogados Fabiola Letelier
y Sergio Corvalán:
General Augusto Pinochet, ex Comandante en jefe del Ejército
y Presidente de la Junta Militar
Coronel Victor Barría Barría, ex Subjefe de la Dirección de
Inteligencia del Ejército
General Hermann Brady Roche, ex Comandante de la II División
de Ejército y Jefe de la Zona en Estado de Sitio correspondiente
a Santiago
Coronel Jaime Espinoza Ulloa, ex Comandante del Campo de Prisioneros
del Estadio Nacional (fallecido en 2003)
Pedro Espinoza Bravo, entonces Director de la Escuela de Inteligencia
del Ejército
Ariel Gonzalez Cornejo, Coronel del Ejercito en retiro integrante
del Estado Mayor de la Defensa Nacional
Luis Contreras Prieto, Mayor en retiro del Ejército
La querella se dirige además a todos quienes la investigación
determine que tengan responsabilidad en los hechos criminales.
La investigación también buscar aclarar los hechos relacionados
a la ejecución de otro norteamericano, Frank Teruggi.
El sujeto procesado por el Ministro Zepeda como cómplice del
homicidio de Charles Horman no es un de los querellados originales,
sino una persona presentada por la parte querellante como
testigo. El juez determinó que tenía pruebas de la participación
de Rafael González, quien pasó de testigo a ser querellado.
Más de 16.000 documentos de la CIA, del Pentágono, del F.B.I.
y de otras agencias norteamericanas fueron desclasificados
entre 1999 y el año 2000 bajo la Ley de Libertad de Información.
Varios documentos relevantes al caso Horman se refieren al
agente encubierto Rafael González quien estuvo en el Consulado
de Chile en Nueva York entre 1969 y 1972. Entre ellos está
la transcripción de una entrevista que realizaron dos periodistas
norteamericanos, Frank Manitzas de CBS y Joann Omang del Washington
Post, los días 7 y 8 de junio de 1976.
La entrevista transcurrió en la embajada de Italia en Santiago
donde, junto a su esposa e hijo, González se había refugiado
buscando el asilo político para supuestamente abandonar sus
funciones de inteligencia. González reveló a los periodistas
que estuvo presente en el noveno piso del Ministerio de Defensa,
oficina del General Augusto Lutz cuando el director de Inteligencia
del Ejército dio el orden de matar al periodista Charles Horman.
También reconoció haber jugado un papel clave en ubicar los
restos de Charles Horman en el Cementerio General.
Sin embargo, como buen agente de inteligencia, hoy, ante el
Ministro Zepeda, niega todo lo que dijo años atrás. A pesar
de sus negaciones, la investigación judicial ha logrado establecer
que González fue una figura clave en los delitos relacionados
a la muerte de Charles Horman. Su vinculación al caso Teruggi
también parece probable y la investigación determinará si
tiene participación en otros crímenes tanto en Chile como
más allá de las fronteras.
La investigación ha comprobado la participación de González
en la planificación del secuestro, la ejecución del secuestro,
la interrogación bajo tormenta, la inhumación ilegal y la
exhumación ilegal de Charles Horman. El juez llegó al convencimiento
de que González participó por lo menos como cómplice en todas
estas actividades que contribuyeron al homicidio de Horman
y posterior ocultamiento.
En octubre de 1973 la familia Horman repetidamente intentó
retirar el cuerpo de la morgue y repetidamente se le fue negado
por motivos técnicos. Los restos de Horman fueron enterrados
y exhumados tres veces. Antes de su primer entierro, el cuerpo
sin vida de Charles Horman estuvo por lo menos dos semanas
sin refrigeración con lo cual no era posible una identificación
eficaz por medio de huellas dactilares. Miembros del Senado
norteamericano presionaron a su gobierno, amenazando con no
dar la autorización para el suministro de armamento solicitado
por la Junta Militar chilena. En marzo de 1974, siete meses
después de los hechos antes relatados, la familia recibió
un telegrama del Secretario de Estado de los Estados Unidos
Henry Kissinger, el cual comunicó que el gobierno de Chile
decidió aprobar su solicitud para enviarles los restos de
Charles Horman. Además, el telegrama les informó que la Embajada
EEUU en Santiago requería el pago de US$900 para cubrir los
costos del transporte a Nueva York de su ser querido asesinado
en Chile.
Fue Rafael González quien condujo a las autoridades norteamericanas
a la tumba sin nombre donde descansaban los restos del periodista.
¿Por qué está enterrado como NN si se conoce la identidad?
¿Y cómo supo González cual tumba NN correspondía a la de Charles
Horman? La viuda de Charles y los abogados querellantes esperan
que el Ministro Zepeda encuentre las respuestas a estas y
otras preguntas.
En enero de 1974, tres meses antes del envío de los restos
a Nueva York, la Junta de Gobierno hizo un decreto especial
para reconocerle su calidad de coronel jubilado de la Fuerza
Aerea. Cuando por fin se fueron los restos el 29 de marzo
de 1974, a los 10 días la FACH lo vuelva a contratar y mejora
su situación, como en pago de haber solucionado un problema.
Una vez ocurrido el golpe militar, González aparece, siempre
discretamente, en varios escenarios cruciales. Está en La
Moneda el 11 de septiembre entre las tropas que tomaron el
Palacio de Gobierno y ve al Presidente Allende muerto en su
oficina. Años más tarde explica al periodista su presencia
entre las llamas de La Moneda bombardeada: "Mi único objetivo
fue tomar los papeles y llevarlos al Ministerio de Defensa.
No maté a nadie". Cuando el periodista insiste que trate de
recordar la fecha que presenció la reunión donde Augusto Lutz
ordena matar a Horman, González contestó: "No me acuerdo porque
pasaron tantas cosas en esos días. Trabajaba día y noche.
No dormí nada en toda la semana".
El trabajo que le quitaba el sueño a González después del
golpe estaría relacionado a su calidad de agente secreto del
Estado Mayor de la Defensa Nacional. Realizó funciones de
inteligencia por muchos años y fue especialmente activo entre
1973-1975. No sólo busca información como una especie de secretaria,
como lo ha declarado al juez, sino que se desempeña como jefe
operativo a cargo de varias unidades de inteligencia. Patricio
Carvajal, director del Estado Mayor de la Defensa Nacional,
dice que necesita un agente de la experiencia de González.
Esto quiere decir que es un hombre de experiencia, con reconocimiento
de su mando de las cuatro ramas de la Fuerza Armada y parecía
muy adecuado para ejecutar una solución al caso Horman, que
partía con la removición de los restos.
Señala el abogado Sergio Corvalán, "No es un civil cualquiera.
Hay presunción y pruebas independiente de lo que él diga o
no diga". Existen pruebas de que no era mero testigo "sino
hechor y debe ser tratado como tal."
A pesar de la enorme cantidad de documentación que existe
y de las personas que se interesan en determinar lo que sucedió,
tanto en Chile como en Estados Unidos, no hay claridad en
cuanto a todos quienes participaron en el crímen. Los querellantes
piensan que además de González participaron entre 20 - 30
personas en un complot que llevó a cabo el delito y lo siguió
- y lo siguen - ocultando. Los querellantes creen que la línea
de mando en el caso llegue hasta el Comandante en Jefe del
Ejército de la época, Augusto Pinochet y no descartan solicitar
su desafuero.
El procesamiento de Rafael Gonzalez es el cúlmino de
una intensa y meticulosa labor investigativa iniciada por
el Ministo de Fuero Juan Guzmán Tapia y continuado,
a partir de octubre 2002, por el Ministro Jorge Zepeda, con
apoyo fundamental de los detectives del Departamento Quinto
de Investigaciones. Aproximadamente 20 personas, entre ex
detenidos del Estado Nacional y ciudadanos norteamericanos,
han prestado declaraciones judiciales en el caso.
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