Desde los primeros momentos de
la dictadura, abogados de Chile se movilizaron para exigir respeto
a los derechos fundamentales atropellados, pese a una institucionalidad
judicial que legitimaba al régimen militar. Formando
parte de equipos jurídicos de los organismos no-gubernamentales
que surgieron en defensa a la vida - Comité Pro Paz,
Vicaría de la Solidaridad, Fasic (Fundación de
Asistencia de las Iglesias Cristianas), Codepu (Comisión
por la Defensa de los Derechos del Pueblo), y otros - los abogados
denunciaron, presentaron querellas y presentaron miles de recursos
de amparo. Los abogados también fueron objetos de amedrentamiento
y varios que actuaron durante la dictadura se vieron forzados
a abandonar del país.
La labor de los
abogados en conjunto con los familiares de las víctimas
fue acumulando un vasto cuerpo de pruebas, que formaría
la base para querellas criminales en un futuro cuando se restaurara
el estado de derecho en Chile.
Toda la lucha
de los abogados fue de protección a las víctimas
pero, igualmente, de exigencia por la democracia, de restaurar
un estado de derecho donde los principios de igualdad ante
la ley se respetaran. Posterior a la dictadura, a principios
de los 1990, ya en la llamada época de transición
a la democracia, la justicia seguía ilusoria. Los tribunales
continuaron invocando a la ley de amnistía y contiendas
de competencia terminaban entregando casos de derechos humanos
a tribunales militares. Los abogados en varios momentos siguieron
siendo objetos de hostigamiento y amenaza por ejercer su profesión.
Alfonso
Insunza,
hoy Decano de la Facultad de Derecho de ARCIS, formó
parte del equipo jurídico de la Vicaría de la
Solidaridad y pertenecía a la Asociación de
Abogados de Presos Políticos.
"Sentimos una gran mística,
producto del compromiso que teníamos por terminar
con la dictadura... Eramos considerados enemigos del gobierno,
pero pertenecíamos a organismos importantes que nos
hicieron sentir protegidos la Vicaría de parte
del Arzobispado, Codepu, Fasic. Había un respaldo
internacional que fue determinante para Chile. Como todo
el mundo estaba consciente de que Pinochet era un dictador,
nos alentaba seguir denunciando y defendiendo a las víctimas,
a los presos políticos.
Curiosamente, en comparación
con otras profesiones, como el caso de los médicos,
los abogados no cobraron tantas víctimas. No obstante
que amenazaban y amedrentaban, había una aceptación
de nuestro rol en la justicia militar como necesario para
conformar una apariencia legal. Había que mostrar
que los detenidos tenían abogados, que había
juicios, y que existía un estado de derecho.
Como no había políticos,
los abogados tenían más protagonismo público.
Los únicos que podían hablar un poco eran
los abogados de derechos humanos."
Sergio
Concha, también
abogado de la Vicaría, relata:
"Fue una labor que comenzó
dentro de cierto caos, ya que Chile nunca había vivido
una situación como esta... Se hizo difícil
establecer un sistema de defensa de los derechos humanos
dentro de un marco jurídico. En realidad no había
mucho tiempo para pensar. Era tal la urgencia de la tarea
que durante los primeros 4 o 5 años había
colas muy largas de gente por atender. Se sabía que
estaba la vida y la integridad de la persona en juego. Era
un trabajo de locos buscar de amparar jurídica y
humanamente a todas las miles y miles de personas reprimidas
y al mismo tiempo institucionalizar algo del trabajo
de
derechos humanos.
... Siempre se sentía
una gran frustración. En otros departamentos en los
casos más urgentes, se llevaba a la persona cuanto
antes a asilarse o a salir del país. Pero eran soluciones
tipo parche que buscaban salvar el máximo de vidas
posibles.
El cuadro de la justicia aparecía
como totalmente negativo y totalmente indiferente ante una
violación atroz y muy masiva de derechos humanos.
A los abogados durante bastante tiempo se intuía,
se captaba que era mejor hacer la tarea jurídica
que no hacerla. Sabíamos que hubiera sido mucho peor
si no hubiese existido el Comité Pro Paz o si no
hubiese existido la Vicaría. Pero igual muchas vidas
tampoco se podían salvar.
Después de largo tiempo
y frutos ilimitados se ve muy poca gente condenada o que
está sometida a proceso. Es algo irritado lo que
se ha alcanzado pero algo que no se hubiese logrado sin
todo el trabajo anterior. Todos los casos mayores de detenidos
desaparecidos venían de los primeros años
de la dictadura 1974 a 1977. De alguna u otra forma muchos
de esos procesos llegaron abiertos hasta hoy o se lograron
reabrir en la década de los 90 en parte por la comisión
Retig (Comisión de Verdad y Reconciliación)
y todos los oficios que mandaron a todos los juzgados del
crimen del país para que se reabrieran casos. Hasta
que se vio cambios como los fallos de la Corte Suprema en
1997 y 1998 y la detención de Pinochet en el extranjero."
Algunos
de los Abogados Amenazados en Dictadura:
El 12 de mayo de 1976 la casa
del abogado Hernan
Montealegre fue violentamente allanada. En el allanamiento
fueron incautados documentos relacionados al caso Neltume
y a procesos contra 37 acusados que deberían ser juzgados
en Consejo de Guerra el 27 de mayo 1976. Montealegre fue detenido
y permaneció 17 días incomunicado en el centro
de detención Cuatro Alamos por "servir de intermediario
al proscrito Partido Comunista."
En 1976 agentes militares irrumpieron
a la oficina de Jaime
Castillo Velasco, quien defendía personas
acusadas por los Consejos de Guerra, llevándoselo directamente
al aeropuerto. Pudo regresar en 1978, y en ese año
formó la Comisión Chilena de Derechos Humanos.
En 1981 fue expulsado de nuevo, esta vez, junto con otros
miembros de la Asociación de Abogados Pro Derechos
Humanos en Chile.
En septiembre 1987, Roberto
Garretón, jefe del área jurídica
de la Vicaría de Solidaridad, fue encargado reo por
la Primera Fiscalía Militar, por publicar un balance
desfavorable de la situación de los derechos humanos
en Chile.
Amedrentamiento
en Democracia:
El 11 de julio de 2000 el diario
La Nación recibió un llamado anónimo:
"Nosotros, Patria y Libertad, nos atribuimos el atentado
contra el abogado Contreras." Días antes una camioneta
embistió a la esposa de uno de los abogados querellantes
en el caso Caravana de la Muerte, Eduardo Contreras, causándola
graves daños físicos. La llamada telefónica
reforzó las sospechas del abogado de que lo acontecido
no fue un accidente.
Durante la detención de
Pinochet en Londres y el proceso en Chile, la seguidilla de
amenazas dirigidas a los abogados como también a personas
públicos vinculadas al área de derechos humanos,
obligó al Ministerio del Interior designarles escoltas
policiales en el año 2000 a muchos personeros públicos
de derechos humanos, entre ellos varios abogados, como los
del Codepu,
Fabiola Letelier, Julia Urquieta y Hugo
Gutiérrez.
El
Poder Judicial
Según
el Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación,
"el poder judicial fue el único de los tres poderes
del Estado que continuó funcionando sin que fuera intervenido
ni disuelto..." por los gobernantes militares debido
al "interés por mantener... una imagen de legalidad."
Y el Informe
agrega: "La actitud adoptada durante el régimen
militar por el Poder Judicial produjo un agravamiento del
proceso de violaciones sistemáticas de los derechos
humanos."
La ex Ministra
de Justicia del régimen militar, Mónica Madariaga,
explica la forma que se nombraba a los ministros de justicia
durante su término. El Ministerio proponía candidatos
a la Junta Militar y a ella le correspondía defenderlos
si fueron cuestionados ideológicamente. Cuando se le
consultó si los magistrados podían haber seguido
un accionar diferente, Madariaga respondió: "¿Cómo
podrían ellos con la fuerza de su magistratura haberse
opuesto a la fuerza de las armas? La Junta yo los conozco
habría dictado la disolución del poder
judicial."
Los Decretos
Leyes 80 y 81 contribuyeron a la creación de un poder
judicial sumiso a la contingencia política de la dictadura:
DL80 Permitió
remover a jueces con 50 por ciento de los votos de la Corte
Suprema cuando anteriormente se requería el dos tercios
de los votos.
DL81 Cambió el
sistema de calificaciones de jueces, evaluados con grados
de 1 a 4. Calificación del grado 4 permitió
remover a los jueces por intromisión política.
A fines de abril
del 1974, 57 jueces, ministros de cortes, y relatores
casi el 10% del cuerpo judicial - fueron removidos por calificación
del grado 4. Uno de los magistrados despidos por considerarlo
políticamente incompatible con la visión hegemónica
del régimen militar fue el juez del Segundo Juzgado
de Santiago, René Farías, hoy Presidente de
la Asociación Americana de Juristas en Chile.
Durante
la Dictadura Tres Jueces Intentaron Ejercer Independencia
Judicial
Carlos
Cerda
En marzo de 1986, el ministro
de la Corte de Apelaciones de Santiago citó a declarar
al ex jefe de la DINA Manuel Contreras por el secuestro y
desaparición de 10 dirigentes del Partido Comunista
entre 1975 y 1976. Contreras respondió querellándose
en contra del juez y el General Fernando Matthei, de Fuerza
Aérea de Chile (FACH) se quejó de las interrogaciones
efectuadas a un teniente. Haciendo caso omiso a las molestias
causadas a autoridades militares, el 14 de agosto de 1986,
el ministro ordenó el procesamiento de 40 miembros
de Carabineros, Investigaciones y de la), entre otros el ex
comandante en jefe Gustavo Leigh.
Cuando la Corte
Suprema confirmó una contienda de competencia desde
la justicia militar, Cerda ignoró la resolución.
Los ministros de la alta corte respondieron la suspensión
de Cerda.
José
Cánovas Robles
En
agosto 1985 Cánovas concluía su investigación
meticulosa del triple secuestro y degollamiento cometido el
28 de marzo de 1985 a José Manuel Parada, Manuel Guerrero
y Santiago Natino. El juez inculpó a inteligencia policial,
la Dicomcar de Carabineros, de asociación ilícita
y ordenó la detención de altos mandos de esa
entidad policial. Fue la primera vez que un miembro del poder
judicial acusara a las fuerzas de seguridad de la dictadura
de haber cometido un crimen. La Corte Suprema reaccionó
ordenando la libertad inmediata de Luis Fontaine y Julio Omar
Michea. Posteriormente, el régimen emitió los
Decretos Leyes 18.431 y 18.472, conocidos, respectivamente
como la "ley Fontaine" y la "ley Mendoza"
que prohibieron procesar o citar a declarar a los altos mandos
policiales.
René
García Villegas
Otro juez quien ejerció
su independencia y fue dos veces sancionado por la Corte Suprema
fue el juez del Juzgado del Crimen de Santiago, René
García Villegas. En el caso del juez García,
la suspensión en octubre 1988 y la posterior remoción
del magistrado en enero de 1990 se atribuyen a sus fuertes
expresiones críticas al poder judicial y a su declaración
de que "en Chile se tortura" que formó parte
de la franja de campaña del "No." Cuando
los ministros Hernán Correa de la Cerda, Luis Correa
Bulo y José Benquis, miembros de la Asociación
Nacional de Magistrados, denunciaron el castigo la Corte Suprema
también los sancionó a ellos por haber expresado
su apoyo.
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